viernes, 20 de abril de 2012

Salario minimizado

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DAVID UZCÁTEGUI | Concejal de Baruta 

Lunes  22 de Abril de 2012


Se ha institucionalizado desde hace tiempo que por estas fechas se dé a conocer un aumento en el salario mínimo de los trabajadores venezolanos. El gobierno reivindica como un logro para el sector esta costumbre; sin embargo nosotros lo vemos más bien como un síntoma de que no vamos por el camino correcto.
En un círculo vicioso de nunca acabar, el gobierno intenta alcanzar una y otra vez a la inflación con los reiterados aumentos de salarios mínimos, los cuales –de un tiempo para acá- incluso se hacen en dos tramos durante el año, con lo cual se reconoce de qué manera se come la inflación el ingreso de los venezolanos.
Sectores legítimos de la masa laboral venezolana han dado a conocer su inconformidad con el monto del aumento dada su incapacidad para compensar la inflación, pues en términos reales dicho aumento es negativo en cuanto a que no incrementa realmente el poder adquisitivo, para lo cual tendría que ser suficientemente superior a la inflación.
Otra pata de la cual cojea la política salarial del gobierno, es la unilateralidad. No hay diálogo, las comisiones tripartitas se quedaron en la historia y desde hace tiempo no se ve que una decisión de este tipo sea tomada de manera consensuada por todos los sectores involucrados.
Nuevamente en este caso se comete un error medular. Atacar las consecuencias y no las causas. La sumatoria de errores administrativos y políticos de la actual dirigencia en el poder no puede tener otra consecuencia que la desatada inflación que padecemos.
El salario mínimo –y los ingresos de los venezolanos en general- se seguirán volviendo sal y agua en tanto y en cuanto el Estado pretenda acapararlo todo, ser productor de todo, y en ese afán de abarcar sea cada vez menos eficiente, porque quien mucho abarca, poco aprieta.
La caída de la producción de las empresas en manos del Estado y el desánimo que ha echado raíces en la inversión privada, inciden en la cada vez menor variedad de productos y el consecuente desabastecimiento. Circunstancias que desembocan en una inflación que no es contenible con controles de precios ni amenazas. Las voces de mando no pueden subsanar los errores que produce la mala administración de un país.
La ministra del Trabajo, María Cristina Iglesias, manifiesta el deseo del gobierno de reducir la inflación interanual a un dígito. Bravo. Ese es también nuestro deseo. Pero no vemos por ninguna parte las acciones conducentes a conseguir tal propósito.
Vale la ocasión para recordar aquel tragicómico chiste que señala que mientras los sueldos suben por las escaleras, los precios lo hacen por el ascensor. Es difícil encontrar una metáfora más precisa para ilustrar la espiral en la cual se ven atrapadas las economías que se vuelven presa de la inflación, como es el caso nuestro. Así es imposible construir algo que se llame “soberanía económica y social”.
Para de verdad abatir este problema, se necesita el concurso colectivo de todos los interesados, de todos los actores de la economía del país. Es otro de tantos ámbitos donde la pluralidad es imperiosa para poder salir adelante y para el bienestar de todos. Dejamos esta reflexión de cara al próximo primero de mayo y con la urgencia de incrementar la calidad de vida del trabajador venezolano.
*Candidato a Alcalde de Baruta por la Unidad
*Twitter: DavidUzcategui

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