DAVID UZCÁTEGUI | Concejal de Baruta
Lunes 13 de Junio de 2011
Difícil se las vio el Perú en las pasadas elecciones. Los dos candidatos principales ofrecían suficientes indicios como para desconfiar de ellos; si bien presentaban adicionalmente ingredientes que despertaban pasiones y fanatismos.
El ganador Ollanta Humala estuvo involucrado previamente en dos intentos de golpes de Estado, mientras su contendora Keiko Fujimori es hija de un polémico presidente, quien exhibió logros contundentes pero también atropelló el estado de derecho e intentó perpetuarse en el poder.
Ambos contrincantes clamaron por deslastrarse de sus respectivos pasados y juraron que iban a continuar por la senda de bienestar y crecimiento que ha transitado la nación en la última década.
Sin embargo, no deja de ser un síntoma digno de análisis el hecho de que las tendencias moderadas hayan quedado fuera en la primera vuelta y que el electorado haya colocado en posición de ganadores a los más extremos representantes de lo que podríamos llamar la derecha y la izquierda. Seguimos en un continente cuyo electorado es sumamente complejo y donde la emoción es determinante en el voto.
El hecho es que ya hay presidente electo en tierras incas. Y se trata de un hombre con un pasado violento, con ideas de nacionalismo extremo, con vínculos probados que lo acercan al chavismo tan temido en todo el continente.
Como también es real que el tiempo ha pasado, que él ha renegado de toda estas cargas y que la institucionalidad peruana podría contenerlo. Será una prueba de fuego a la cual esperamos no sea necesario llegar.
En tierras venezolanas se escucha una gran preocupación: si Humala se alinea con el chavismo, ¿no será Perú otro destino para el manirrotismo presidencial venezolano? Al igual que Cuba, Nicaragua, Bolivia y Ecuador, por nombrar los más representativos.
Es evidente que uno de los factores para que ganara el ex militar peruano fue su alejamiento del chavismo; sin embargo, muchos temen que haya sido una estrategia para triunfar en las elecciones, mientras otros aseguran que no le va a quedar otra que gobernar alejado del socialismo del siglo XXI.
Pero es que Humala podría mantener su postura distante y aún así Lima sería destino de los descabellados proyectos mesiánicos de la revolución. Simplemente a ver si lo tientan.
No olvidemos que para ganar lealtades en la región, la jugosa chequera presidencial venezolana ofrece contratos, convenios, compras, lo que sea necesario, y eso ha hecho caer bajo el embrujo de los petrodólares a países mucho más prudentes que los antes mencionados, como es el caso de Brasil y Argentina, los cuales reciben con los brazos abiertos las compras de cualquier cosa que sean ordenadas desde Caracas.
Las compras a la nación carioca subieron 445% en los últimos 12 años, con rubros que van desde pollos hasta aviones, pasando por la sobras del Metro y el nuevo puente sobre el río Orinoco. Otro tanto ha sucedido en la tierra del tango, donde se compran desde carros hasta alimentos.
Y no olvidemos que en el paroxismo de la megalomanía se habló hasta la saciedad del inviable gasoducto del sur, el cual duerme el sueño de los justos por ser simplemente inviable.
El otro escenario es aún peor. Que el nuevo mandatario peruano compre íntegra la franquicia revolucionaria, cuyo cerebro se ubica en Cuba y su monedero en Venezuela. Si se ha malgastado tal cantidad de dinero en esta década larga, qué importan unos cuantos millardos más, dirán los estrategas del socialismo continental.
Amanecerá y veremos.
*Presidente del Concejo Municipal de Baruta
*Twitter: DavidUzcategui
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