viernes, 25 de octubre de 2019

“Chile, un enigma”

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En medio de la ola de disturbios y protestas que actualmente están recorriendo al continente latinoamericano, sin duda la menos esperada era la que está sucediendo en Chile. Y es que la región ha tenido durante las últimas décadas a esa sólida democracia como modelo de reconstrucción de una sociedad marcada por profundas diferencias.

Adicionalmente, la nación austral ha sido ejemplo de paz y progreso en convivencia, incluso extraña al eterno polvorín llamado Latinoamérica.

Pero ese ejemplo, ese espejo en el cual quisiéramos mirarnos, se empañó en este mes de octubre. ¿Qué pasó?

Leyendo y consultando a amigos de esa nacionalidad, la primera conclusión es que explicar las razones no es tarea simple.

De entrada, quienes observamos desde afuera, apreciamos un rosario de virtudes en aquellas tierras. Desde hace 30 años, un pacto de su sociedad logró superar sus años más duros y convivir de manera civilizada y ejemplar, por encima de profundas diferencias.

No solamente se logró la paz, sino la integración de sectores que habían sido opuestos literalmente a sangre y fuego. Y lo hicieron con la conciencia de la necesidad del bien común, apartando miopías, egoísmos y mezquindades; pero también dolores tan profundos como legítimos. Volvemos a decirlo: Chile ha hecho un trabajo de progreso admirable.

Es por ello que conmueven las imágenes que nos han llegado. Sabemos lo que había costado construir ese polo de desarrollo, tan referencial para la región que ha atraído a varios cientos de miles de compatriotas nuestros, ante la muy viable promesa de una vida pacífica y de un bienestar al cual todos tenemos derecho a aspirar.

Sin embargo, este estallido se debe a que, más abajo de esa primera mirada que nos presenta a una nación ejemplar, hay contradicciones, los viejos desacuerdos persisten, y sin duda, más de uno también aprovecha para sacar partido de la situación, en pro de agendas propias de poder.

La economía chilena crecerá cerca de un 3% en 2019. El incremento arancelario del 3,75% al transporte público –detonante del conflicto– es apenas unas décimas superior a la inflación. Esta es baja y el desempleo se ha mantenido bajo control, a pesar de la afluencia de cerca de un millón de inmigrantes a un país de apenas 17 millones de habitantes en los últimos años.

Los trabajadores con salario mínimo pagan alrededor del 20% de sus salarios en transporte, y esta relación entre lo que se gana y lo que se gasta es el primer elemento al cual hay que poner la lupa, porque es a este dato al cual se le atribuye el encendido de la mecha. 

Sin embargo, analistas y conocedores aseguran que esa brecha se venía cerrando en los últimos años. A diferencia de otros casos recientes en Latinoamérica, el aumento de las tarifas fue determinado por un consejo técnico autónomo, no por un paquete de austeridad impuesto por el Fondo Monetario Internacional.

En pocas palabras, los gobiernos chilenos –todos, de opuestos signos políticos– han trabajado por cerrar la brecha de las desigualdades que en tiempos pasados costaron sangre y dolor a esa tierra. Unos han hecho más que otros, unos han tenido más éxito que otros; pero sin duda ha prevalecido el objetivo de apuntalar la viabilidad de una nación.

Pareciera no haber llegado a tiempo ese equilibrio entre el esfuerzo y la recompensa, entre lo que se trabaja y lo que se gana, entre lo que se gana y lo que se gasta. Todo es relativo y subjetivo, habría que estar allá, habría que vivirlo, para emitir una opinión sustentada.

Lo que muchos lamentan es que, a pesar de las patas cojas que se puedan ver a la democracia chilena, esta ha hecho uno de los mejores trabajos en la zona y que, si bien aún tiene deudas con su población, como las puede tener cualquier gobierno, estaba mucho más cerca de saldarlas que otros países del continente.

¿Vale la pena darle una patada al tablero cuando se está más cerca de la cima? Esto es lo que muchos se preguntan ante los sucesos de los últimos días.

Por supuesto, es inquietante que, ante la urgencia por concretar reivindicaciones legítimas, se caiga en la tentación de atajos oscuros, que no pueden prometer sino incertidumbre, cuando se habían alcanzado éxitos objetivos y cuantificables en el largo camino que es reconstruir un país. Y todo lo ganado se puede perder.

¿Cuánto de las viejas heridas no sanadas sirvieron de combustible a este episodio? ¿Cuánto se le debe a los habituales pescadores en río revuelto? Es una respuesta que no está en nuestras manos, pero en caso de ser en algún modo positiva, sería tan previsible como lamentable.

Sin embargo, y a pesar del devastador panorama de hoy, somos optimistas ante el futuro de esta querida nación. Han tenido la tenacidad y la valentía para superar pruebas mucho más duras en el pasado. No dudamos que así volverá a ser.

David Uzcátegui
Twitter: @DavidUzcategui
Instagram: @DUzcategui

 
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