viernes, 9 de agosto de 2019

“Washington se recalienta”

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El enfrentamiento entre la administración revolucionaria venezolana y el gobierno estadounidense alcanzó esta semana una cota superior de intensidad, tras anunciarse desde Washington DC la implementación de una serie de medidas que afectarían drásticamente al primero de los actores mencionados en este conflicto.

Las nuevas medidas anunciadas por el presidente Donald Trump el pasado día lunes 5 de este mes, congelan todos los activos manejados por Miraflores que se encuentren en suelo de en Estados Unidos y adicionalmente, permiten al Departamento del Tesoro sancionar a cualquier persona, empresa o entidad que haga negocios con dicho gobierno.

Por supuesto, la noticia ha causado impacto y se ha tratado de desgranar en las horas que han transcurrido desde entonces, ya que ha estado rodeada de altisonancia y se presta a confusión.

Aunque para algunos están a la par con las estrictas sanciones impuestas anteriormente desde Washington hacia naciones como Corea del Norte, Irán y Cuba, no tienen un alcance tan amplio como esas. Por ejemplo, Venezuela sigue teniendo un sector privado que no está señalado en la orden ejecutiva. Es decir, la misma se dirige a la administración pública.

En este sentido Francisco Rodríguez, economista jefe de la consultora ubicada en Nueva York Torino Capital, coincide con otros analistas en cuanto a que no calificarían las sanciones de embargo, ya que están orientadas a las estructura económica gubernamental.

Sin embargo, desde las vocerías del poder Ejecutivo estadounidense se ha dejado muy en claro que los particulares que negocien con Caracas, serán también objeto de medidas en el sistema financiero estadounidense. Y esta información parece tener un eco mucho mayor, ya que prácticamente toda empresa de cierta envergadura en el mundo tendría que pasar de una u otra forma por algún tipo de trámite por la nación norteña.

Entre los críticos de la sonada medida, destacan quienes consideran que ahora el gobierno rojo tendrá más razones aún para echar la culpa a EEUU por cualquier cosa que no funcione en Venezuela. Y este es un argumento que, sin duda, es digno de prestarle atención.

Sin embargo, la larga data de las penurias tan numerosas que se padecen en esta tierra deja claro que el asunto de la impericia para gobernar está totalmente “hecha en Venezuela”; especialmente cuando este tipo de medidas apenas están haciendo su entrada en el escenario, mientras la involución nacional se viene padeciendo desde hace rato y nada detiene su avance a paso de vencedores.

Fenómenos como la escalada de precios, la dificultad para acceder a bienes de consumo básicos, el deterioro de servicios públicos y otros síntomas similares de la enfermedad que padecemos como colectividad, no se está manifestando hoy ni ayer.

Han sido la consecuencia de una progresión de decisiones equivocadas, cuyas consecuencias fueron reiteradamente advertidas no solamente por venezolanos conocedores que quedaron fuera de estas decisiones, sino también por quienes desde afuera veían con inquietud como avanzábamos por el camino equivocado que nos enfrentó a este callejón sin salida de la actualidad.

Si algo queda claro en medio de esta situación que ha hecho tanto ruido, es que nuestro problema ya es mundial. Y a ello ha contribuido muy especialmente la emigración de una cantidad de compatriotas que era impensable una década atrás. Más aún cuando, a lo largo del siglo XX, estas tierras fueron destino de inmigrantes por excelencia.

Pero ahora es al revés. Nuestros afectos que han partido, son testimonio vivo en numerosos países. Confirman que cada vez es más difícil vivir aquí, que el error del proyecto político que ha gobernado por dos décadas aplastó el derecho a la más elemental calidad de vida. No es discurso, son hechos.

Como es un hecho también que la otrora potencia petrolera ha visto disminuir sensiblemente su capacidad de producir y exportar, mientras no se ha hecho nada por potenciar formas alternativas de dinamizar nuestra economía.

Este rosario de problemas repercute en la región y en el mundo, por lo cual la comunidad internacional tenido que pronunciarse, ante un asunto que ya sencillamente es de condición humana.
No es una noticia agradable, no es como para celebrarla. Es la confirmación de que nuestra situación traspasó límites inimaginables y de que los errores de un liderazgo extraviado nos han colocado al lado de naciones indeseables, por las trabas que albergan dentro de sus respectivas fronteras. Una vergüenza. Una situación a la cual no teníamos por qué llegar.

Las predicciones ante este escenario jamás imaginado, se escapan de las manos.  No sabemos cuál será el próximo episodio de esta historia. Al día de hoy, los venezolanos solamente sabemos de cansancio y de agotamiento. Hace ya demasiado tiempo que nos robaron la paz.

David Uzcátegui
Twitter: @DavidUzcategui
Instagram: @DUzcategui

 
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