viernes, 16 de agosto de 2019

“¿Efecto Tango? “

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Las recientes elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias “PASO”, celebradas en Argentina, han llamado la atención del mundo, y especialmente del continente.

Es un campanazo de cara a los comicios presidenciales del próximo 27 de octubre, de los cuales muchos creen que vimos una predicción fiel. Otros más, aseguran que la situación se puede revertir y todavía hay lugar para las sorpresas.

Los medios de comunicación informaron que el candidato opositor, Alberto Fernández, obtuvo 47,6% de los votos, un número muy superior al que vaticinaban las encuestas. El presidente Mauricio Macri, por su parte, se quedó con el 32% de los votos.

¿Qué sucedió? En pocas palabras, que la fórmula opositora, que tiene como candidata para la vicepresidencia a la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner sacó ventaja, por lo cual el presidente Macri podría no coronar su aspiración a un segundo mandato.

Lo interesante del asunto, es que aquí se enfrentan dos visiones de gobierno que de una manera u otra se reproducen a lo largo de América Latina y, al parecer Argentina es un campo de lucha de esas dos tendencias. Partidarios de ambas se han dejado escuchar en estos días.

El llamado kirchnerismo bebe de las aguas del peronismo y gobernó a la nación austral en los períodos anteriores a Macri, para un total de doce años. Sus detractores señalan a este movimiento de cometer el grave pecado del populismo, que tanto atraso ha costado a nuestra región, aparte de indisciplina en las cuentas y numerosos escándalos. El periodista Andrés Oppenheimer llegó al extremo de titular su columna de esta semana: “La Argentina cava su propia fosa”.

El macrismo por su parte, se enfocó en un modelo más pragmático y de progreso, algo que también genera muchas suspicacias en la región, especialmente de parte de quienes justamente han gozado de las supuestas ventajas de modelos populistas.

El portal noticioso Infobae, señala: “La victoria de Fernández fue tan aplastante que disparó los temores de un regreso del incumplimiento de la deuda, la inflación descontrolada y las ventas masivas de activos; precisamente el tipo de problemas que los argentinos creían haber dejado atrás”.

No fue extraño para nada que Mauricio Macri ganara su primera presidencia. Años de kirchnerismo auparon un voto castigo y la sociedad de aquella nación luce dividida entre los dos modelos, incluso con intensos debates de alta temperatura, que hemos podido ver de primera mano en las omnipresentes redes sociales.

Sin embargo, nos anotamos en la corriente que piensa que no se le ha otorgado aún suficiente tiempo a Macri. El desmantelamiento de una política que pretendía disfrazar los problemas más que enfrentarlos, siempre es un shock para un país. Y este es un modelo que lleva tiempo para ser implementado.

Es por ello que los electores corrieron directamente hacia el modelo anterior, en busca de una satisfacción ante los resultados de la gestión macrista, que consideraban insuficientes.

¿Fue demasiado optimista Macri? Quizá. Hay que reconocer que las cosas se le han ido de las manos y que, al día de hoy Argentina no está tan saneada como él y sus partidarios lo esperaban. Sin embargo, el momento es digno de preguntarse si desandar el camino es la solución.

A la luz de los indicadores económicos, parece que no. Y los números, como bien lo sabemos, no dicen mentiras.

Los mercados reaccionaron a esas primarias con una pronunciada caída; mientras el precio del dólar trepó notablemente. El martes, según el Banco Nación, llegó a 58 pesos, superando el máximo histórico del lunes. El miércoles, llegó a 61 pesos. El viernes antes de las elecciones el se cotizó en 46,2 pesos. Es decir, del viernes al miércoles, trepó 14,8 pesos.

Sin embargo, ojo a la letra pequeña. El columnista José Natanson, en el periódico The New York Times, llama la atención sobre un matiz interesante de esta confrontación. Los dos candidatos escogieron como compañeros de fórmula a candidatos que, si bien representan sus respectivas tendencias, lucen más comedidos. “Tanto Alberto Fernández como Miguel Ángel Pichetto moderan los dos mitos encontrados y podrían resultar en una Argentina menos bipolar”, escribe.

No es el único que piensa así. Varios analistas coinciden en el hecho de que esto podría ser la señal de que se marcha a un centro más equilibrado y a una suerte de convivencia entre los dos extremos.

Sin embargo, ¿va a ser la viuda de Kirchner en realidad una subordinada del candidato que ella misma escogió? No parece estar en el campo de lo probable. Pero los ojos de los electores y del mundo están atentos. Sea que se cumplan las predicciones o que se reviertan, el sano centro parece ser lo más saludable. Ojalá sea posible.

David Uzcátegui
Twitter: @DavidUzcategui
Instagram: @DUzcategui


 
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