Las recientes elecciones
Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias “PASO”, celebradas en
Argentina, han llamado la atención del mundo, y especialmente del continente.
Es un campanazo de cara a los
comicios presidenciales del próximo 27 de octubre, de los cuales muchos creen
que vimos una predicción fiel. Otros más, aseguran que la situación se puede
revertir y todavía hay lugar para las sorpresas.
Los medios de comunicación
informaron que el candidato opositor, Alberto Fernández, obtuvo 47,6% de los
votos, un número muy superior al que vaticinaban las encuestas. El presidente
Mauricio Macri, por su parte, se quedó con el 32% de los votos.
¿Qué sucedió? En pocas palabras,
que la fórmula opositora, que tiene como candidata para la vicepresidencia a la
expresidenta Cristina Fernández de Kirchner sacó ventaja, por lo cual el
presidente Macri podría no coronar su aspiración a un segundo mandato.
Lo interesante del asunto, es que
aquí se enfrentan dos visiones de gobierno que de una manera u otra se
reproducen a lo largo de América Latina y, al parecer Argentina es un campo de
lucha de esas dos tendencias. Partidarios de ambas se han dejado escuchar en
estos días.
El llamado kirchnerismo bebe de
las aguas del peronismo y gobernó a la nación austral en los períodos
anteriores a Macri, para un total de doce años. Sus detractores señalan a este
movimiento de cometer el grave pecado del populismo, que tanto atraso ha
costado a nuestra región, aparte de indisciplina en las cuentas y numerosos
escándalos. El periodista Andrés Oppenheimer llegó al extremo de titular su
columna de esta semana: “La Argentina cava su propia fosa”.
El macrismo por su parte, se
enfocó en un modelo más pragmático y de progreso, algo que también genera
muchas suspicacias en la región, especialmente de parte de quienes justamente
han gozado de las supuestas ventajas de modelos populistas.
El portal noticioso Infobae,
señala: “La victoria de Fernández fue tan aplastante que disparó los temores de
un regreso del incumplimiento de la deuda, la inflación descontrolada y las
ventas masivas de activos; precisamente el tipo de problemas que los argentinos
creían haber dejado atrás”.
No fue extraño para nada que
Mauricio Macri ganara su primera presidencia. Años de kirchnerismo auparon un
voto castigo y la sociedad de aquella nación luce dividida entre los dos
modelos, incluso con intensos debates de alta temperatura, que hemos podido ver
de primera mano en las omnipresentes redes sociales.
Sin embargo, nos anotamos en la
corriente que piensa que no se le ha otorgado aún suficiente tiempo a Macri. El
desmantelamiento de una política que pretendía disfrazar los problemas más que
enfrentarlos, siempre es un shock para un país. Y este es un modelo que lleva
tiempo para ser implementado.
Es por ello que los electores
corrieron directamente hacia el modelo anterior, en busca de una satisfacción
ante los resultados de la gestión macrista, que consideraban insuficientes.
¿Fue demasiado optimista Macri?
Quizá. Hay que reconocer que las cosas se le han ido de las manos y que, al día
de hoy Argentina no está tan saneada como él y sus partidarios lo esperaban.
Sin embargo, el momento es digno de preguntarse si desandar el camino es la
solución.
A la luz de los indicadores
económicos, parece que no. Y los números, como bien lo sabemos, no dicen
mentiras.
Los mercados reaccionaron a esas
primarias con una pronunciada caída; mientras el precio del dólar trepó
notablemente. El martes, según el Banco Nación, llegó a 58 pesos, superando el
máximo histórico del lunes. El miércoles, llegó a 61 pesos. El viernes antes de
las elecciones el se cotizó en 46,2 pesos. Es decir, del viernes al miércoles,
trepó 14,8 pesos.
Sin embargo, ojo a la letra
pequeña. El columnista José Natanson, en el periódico The New York Times, llama
la atención sobre un matiz interesante de esta confrontación. Los dos
candidatos escogieron como compañeros de fórmula a candidatos que, si bien
representan sus respectivas tendencias, lucen más comedidos. “Tanto Alberto
Fernández como Miguel Ángel Pichetto moderan los dos mitos encontrados y podrían
resultar en una Argentina menos bipolar”, escribe.
No es el único que piensa así.
Varios analistas coinciden en el hecho de que esto podría ser la señal de que
se marcha a un centro más equilibrado y a una suerte de convivencia entre los
dos extremos.
Sin embargo, ¿va a ser la viuda
de Kirchner en realidad una subordinada del candidato que ella misma escogió?
No parece estar en el campo de lo probable. Pero los ojos de los electores y
del mundo están atentos. Sea que se cumplan las predicciones o que se
reviertan, el sano centro parece ser lo más saludable. Ojalá sea posible.
David Uzcátegui
Twitter: @DavidUzcategui
Instagram: @DUzcategui