Después de la esperada visita de
la comisionada de derechos humanos de las Naciones Unidas, Michelle Bachelet,
las conjeturas sobre su figura y persona, así como sobre sus acciones, no se
han disipado. Es más, podríamos asegurar que se han profundizado.
Y es que cada quien le da su
propia lectura al accionar de la expresidenta chilena, tal como sucedía antes
de que viniera.
Más allá de esto, ¿fue un aporte
su presencia? O, por el contrario, ¿sirvió para complicar aún más el ya turbio
panorama venezolano?
Sí y no. Y la respuesta va a
depender de con quien usted hable.
En líneas gruesas, vamos a
analizar algunos de los matices que cada quien ve, y luego intentaremos
aproximarnos a una conclusión.
Los más optimistas aseguran que
la visita de la destacada funcionaria fue un parteaguas en el ya prolongado
conflicto venezolano. Y es que la sola presencia de una figura de su
investidura es el reconocimiento explícito de que las cosas están muy mal en el
país.
Los seguidores de esta línea
recuerdan la amplia experiencia política de la visitante, lo cual juega a su
favor –y al nuestro– a pesar de que su presencia fue realmente corta, si la
comparamos con la gravedad de lo que nos sucede.
También resaltan quienes se
inclinan por ver lo favorable, que sus declaraciones fueron todo lo duras que
pueden ser, tomando en cuenta su cargo y los límites diplomáticos que le impone
el mismo.
En síntesis, el acontecimiento
fue una vuelta de tuerca que no va a tener vuelta atrás. Al menos, así lo ve un
grupo de venezolanos.
Otros tantos no son tan
optimistas. Insisten en poner sobre la mesa la ideología de Bachelet y su
cercanía con personalidades afines a la autodenominada revolución venezolana.
Desde el principio, este grupo apostó a que dichas afinidades pesarían más en
la balanza y harían de su visita una diligencia perdida.
Es más, aseguran que su llegada
por estas tierras fue una manera de brindarles oxígeno a sus pospuestos amigos
ante la comunidad internacional, por lo cual habría jugado totalmente en
nuestra contra.
La militancia roja la recibió con
toda la prosopopeya y el boato del caso. Privó la cordialidad, el supuesto
entendimiento y el hacer ver que se acatarían sus recomendaciones. Ahí tenemos
la tercera visión sobre Michelle Bachelet en Venezuela.
¿Cuál de las tres es la real?
Nosotros tendemos a anotarnos en
el primero de los grupos.
Hay que comenzar recalcando que
la visita de un alto funcionario de Naciones Unidas era una tarea pendiente,
que se apuntaló por muchísimo tiempo y cuya concreción era muy difícil de
lograr.
El hecho de que se haya
materializado, habla por sí solo al mundo sobre el nivel de urgencia que tiene
el caso venezolano para esta institución. Y hay que recordar que no se trata de
la ONU solamente. El planeta entero está atento a lo que acontece por estas
latitudes, con lo cual la reciente acción de Naciones Unidas efectivamente suma
puntos a nuestro favor.
Se dice que la invitada lloró. Es
de carne y hueso, y quién puede dejar de conmoverse ante la reiterada tragedia
nacional, que se lleva por delante a tantos ciudadanos.
Creemos que también la emoción
pesa. Y más allá de que haya hecho las visitas correctas o tenido las reuniones
adecuadas, más allá de que se hayan maquillado los lugares por donde pasó o se
le hayan intentado imponer gríngolas, ella tiene suficiente kilometraje y
vivencia como para leer entre líneas. Líneas que, por cierto, gritan en la
Venezuela actual. Es imposible no escucharlas.
Y coincidimos además en que su
pronunciamiento desafió los límites de la diplomacia. Hay que leerlo dos veces.
Hay que leerlo con calma. Sí, esa calma que no se nos puede exigir, pero que es
necesaria para relatar al mundo esta tragedia, porque necesitamos ser entendidos,
para poder ser apoyados.
No está demás repetir que la
veterana dirigente política está hoy encorsetada en el marco de una institución
que tiene límites. Pero son justamente esos límites los que otorgan
legitimidad. También los más importantes destinatarios de su mensaje sabrán leer
entre líneas la alarma que palpita bajo los modos correctos de las palabras.
Queda esperar lo que la
comisionada informará el próximo 5 de julio ante la Asamblea General de
Naciones Unidas. Todo el mundo espera con inquietud que el relato sea expuesto en
su foro natural y sin más presiones que las de sus propias reglas. Y sin duda,
más de uno se está comiendo las uñas en este momento de cara a la espera.
Desde esta esquina insistimos:
todo suma. Y quizá la cercanía de la visita no nos deja ver su importancia.
Tejer la salida de la emboscada que hemos sufrido como nación es sumamente
complejo y todas las piezas ayudan. Algún día mediremos la importancia que la
ex mandataria chilena tuvo en esta lucha por salvar a Venezuela.
David Uzcátegui
Twitter: @DavidUzcategui
Instagram: @DUzcategui