martes, 14 de mayo de 2019

“OEA y celebración”

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Después de las penosas idas y venidas que ha padecido la relación de Venezuela con la Organización de Estados Americanos, el gobierno madurista ha hecho pública la iniciativa de instaurar un día de celebración a propósito de lo que ellos consideran la salida de Venezuela del organismo hemisférico. 

La pregunta es: sea cual sea la posición política de cada venezolano, ¿hay algo que merezca ser celebrado en un caso así? 

Desde nuestro punto de vista, creemos que no. Si nos situamos ante el escenario de cierre de un foro internacional para la participación de un país, creemos que nos encontraríamos frente a un paso atrás como colectividad. 

Los funcionarios agrupados en la coalición que ha gobernado Venezuela en las últimas décadas tienen un ya largo historial de enfrentamiento con la OEA, basado en el hecho de que los pronunciamientos y acciones del organismo no les resultan satisfactorios. Sin embargo, cabe reflexionar en el hecho de que no se puede abandonar la partida solamente cuando se va perdiendo. 

Las situaciones de este tipo resultan más bien en una suerte de “confesión de parte”, que da la razón al ente cuestionado, más aún si la circunstancia viene acompañada –como suele suceder– de palabras y acciones altisonantes. 

Los airados discursos de los funcionarios en cuestión en el marco de este foro internacional, aunados a la manera como se ha establecido un enfrentamiento reiterado, en realidad constituyen una circunstancia triste, que nos deja muy mal parados y que habrá que corregir a futuro. 

Porque desde nuestro punto de vista, entre otras cosas, no habla de un manejo profesional de la diplomacia venezolana y podrían ser muchos más los daños que los beneficios, en un mundo que se adentra en el siglo XXI y que tiende a globalizarse cada vez más, aunque haya quienes se resistan inútilmente a eso. 

Cabe acotar que, en el marco de esta satanizada globalización, el aglutinamiento de naciones en bloques regionales, es un instrumento para sumar fuerzas ante el resto del mundo; no en un afán belicista, sino más bien para encauzar el avance hacia el bienestar colectivo. 

Pero lo cierto es que la incomodidad entre el foro hemisférico y los revolucionarios, es de muy vieja data. El 29 de abril de 2007, asomó por primera vez la posibilidad de abandonar la OEA, en caso de que la asamblea general condenara al Gobierno por el cierre de Radio Caracas Televisión, ocurrido el 28 de mayo de ese año. 

Por las mismas fechas, el ex presidente Hugo Chávez informó acerca de su intención de retirarse del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional. 

Venezuela pagó su deuda, pero no abandonó ninguno de los dos foros. Este hecho contribuyó, sin embargo, a alimentar el expediente de la política de “carrito chocón”, haciendo cotidianos los enfrentamientos con entidades multinacionales. 

"Váyanse largo y al cipote" dijo el ex mandatario Chávez en 2007 a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA, después de que ésta incluyera a Venezuela en su informe como uno de los países con asuntos pendientes DDHH. Entonces volvió a plantear la posibilidad de retirar a Venezuela y crear un organismo paralelo, de naturaleza similar. Uno que, por supuesto, sea complaciente cuando se cruce la raya amarilla. Y asì, surgieron experimentos como ALBA y Unasur, tan inorgánicos como fallidos, al no llevar otra intención que contraponerse a los grupos regionales que estaban poniendo el dedo en la llaga. Un truco sacado de dentro de la manga donde se evidenció la improvisación y el sesgo en el propósito que los creó. 

Todo este cuadro ha conformado un hábito de hacer demasiado ruido ante los micrófonos que ya ha pasado de castaño oscuro, especialmente por los hechos que acompañan a ese ruido, que gritan más que las palabras y que han enrarecido las relaciones de quienes deberían ser nuestros representantes, con diversos organismos e instituciones; amén de complicar la convivencia con países socios, hermanos y vecinos con quienes deberíamos llevar la fiesta en paz y colaborar mutuamente. 

Lo que se llama una relación “ganar-ganar”. Algo que no entienden quienes piensan que, para lograr sus objetivos, deben necesariamente dejar en el camino a un tercero que haya sido perjudicado. 

Sí, es cierto que las críticas exacerbadas hacia este organismo –al igual que hacia otros entes similares– han abundado desde hace muchos años. Pero hay que partir de que son perfectibles, de que es mejor que existan, pertenecer a ellos y empujar su razón de ser para que funcionen de una manera que les permita aportar en sus respectivas áreas de influencia. Se gana muy poco dándole una patada a la mesa, botando tierrita para no jugar mas. Y se pierde mucho.

David Uzcátegui
Instagram: @DUzcategui
Twitter: @DavidUzcategui

 
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