Los números del oro negro
venezolano se convierten en un enigma cada vez más indescifrable. Y es que la
operación de la empresa que maneja la principal riqueza del país se ha
convertido en un asunto sumamente contradictorio, de cara a los matices
políticos e ideológicos que de un tiempo para acá han pesado en su gerencia,
más allá del puro interés económico. Y ese es el que debería privar, si tomamos
en cuenta que el bienestar de los venezolanos depende en mucho de ella.
Un vistazo del panorama noticioso
al respecto, puede dejar más que perplejo a quien se haya perdido por un rato
las informaciones sobre el devenir de nuestra primera industria. Y es que
sorprende, por ejemplo, que estemos importando petróleo. Pero así es.
La Organización de Países Exportadores
de Petróleo –de la cual Venezuela es miembro fundador– acaba de publicar el
Boletín Mensual del Mercado Petrolero correspondiente a abril 2019, en el que
muestra un incremento al de la producción de Venezuela, ubicándose en 768 mil
barriles por día, según las fuentes independientes o secundarias, lo cual se
traduciría en un aumento del 3,78%.
Sin embargo, según el director
ejecutivo de Inter-American Trends, Antonio de la Cruz, “el incremento mensual
de 3,78% de la producción de petróleo de Venezuela se debe a la importación de
un millón de barriles de crudo ligero”, según cita el portal de información
económica Descifrado.
No es la primera vez que
Venezuela importa petróleo en los últimos tiempos. Ya en octubre de 2014 el
servicio noticioso inglés BBC daba cuenta de la importación de crudo liviano
procedente de Argelia y Rusia, aclarando que, según fuentes oficiales de
Petróleos de Venezuela, este cargamento se utilizaría para diluir el
hidrocarburo pesado procedente de la Faja del Orinoco.
Una explicación lógica, por
demás. Incluso la misma nota comenta que en la década de los 80, se compró
crudo liviano para refinerías en el exterior. Sin embargo, la operación no dejó
de llamar en aquel momento la atención en el mercado internacional. Es a esa
misma explicación a la que se vuelve a echar mano en esta oportunidad, ya que
el crudo nigeriano sería también liviano.
Sin embargo, sirva la ocasión
para pasar revista a lo que está sucediendo en una industria de la cual somos
accionistas todos los venezolanos, y que es medular para nuestro sustento, ya
que jamás se ha logrado el tan ansiado sueño de diversificar la economía, algo
que sí se traduciría en verdadera libertad e independencia, de cara a los
vaivenes del negocio petrolero, que rebotan aparatosamente en nuestra
cotidianidad.
Sn embargo, la misma nota de la
BBC apunta, unas líneas más abajo que el informe de gestión de 2013 de la misma
petrolera asegura que produjo 2.899.000 barriles diarios en ese año, una caída
de 11.000 barriles diarios respecto a 2012.
La buena noticia es que, en abril
pasado, la producción de petróleo de Venezuela subió 28 mil bpd con respecto al
mes anterior. Esto, según las mismas fuentes de la OPEP. Por su parte, el
Ministerio de Petróleo –en comunicación directa, nuevamente según Descifrado–
indicó que la producción de petróleo fue 1,037 millones de bpd en abril. Un
incremento de 77 mil bpd con respecto a marzo. Aunque las cifras son
discrepantes, ambas hablan de aumento. La mala noticia es que este cargamento
nigeriano parece crear confusión y distorsión en las cifras. Esperemos que a la
brevedad surja una aclaratoria por parte de quienes manejan la industria.
Otro elemento que hay que agregar
a este panorama es el del portal financiero internacional Bloomberg, el cual
asoma la posibilidad de que las importaciones tengan como objetivo compensar la
caída de la producción que se ha generado a consecuencia de las irregularidades
en el servicio eléctrico nacional, las cuales han golpeado la productividad de
Petróleos de Venezuela.
Visto desde este ángulo, es un
círculo vicioso el hecho de que las fallas en los servicios afecten de las
maneras menos imaginadas nuestra calidad de vida, al multiplicarse a través de
la afectación de otras actividades cruciales para mantener los estándares
mínimos de servicio que la ciudadanía merece. Y es que, sin duda, la
incapacidad para garantizar un servicio eléctrico regular tiene que hacerse
sentir en la principal actividad económica del país. Y lo pagamos todos.
De esta manera, sentimos que se
nos escapa cada vez más la legítima aspiración de que el país vaya hacia
adelante, y todos con él. Las informaciones confusas y contradictorias sobre la
empresa que nos sustenta, no hacen sino alentar el pesimismo que, lógicamente,
debe desprenderse de un cuadro como el que se nos dibuja enfrente.
Hay otras maneras de hacer las
cosas, y hasta que no se aborden, no se podrá revertir este panorama adverso
que ahoga a los venezolanos.
David Uzcátegui
Twitter: @DavidUzcategui
Instagram: @DUzcategui