sábado, 20 de abril de 2019

“Las cenizas de Notre Dame”

| |
El tema de conversación mundial durante esta semana, ha sido sin duda el gigantesco incendio que dañó fatalmente a la majestuosa catedral de Notre Dame, en París. Y lo más irónico es que ha sucedido justamente en medio de la Semana Santa, cuando debería aprestarse a mostrar sus reliquias.

Ante el fuego envolviendo el lugar sagrado el lunes, los católicos de todo el mundo reaccionaron con espanto e incredulidad, especialmente cuando la emblemática aguja que la coronaba se derrumbó entre las llamas, tras haber sido el mirador por excelencia para divisar París desde las alturas. No es solamente una pérdida de Francia, es una pérdida mundial.

Este incendio impacta mucho más allá del catolicismo, golpeado en uno de sus más entrañables monumentos. Duele a la humanidad, a la historia, al arte, a la cultura, a lo que ha sido y es el occidente. Y es quizá un buen momento para sopesar todo lo intangible pero imprescindible que cargamos con nosotros los humanos como género. Nuestra herencia, nuestro apego a los símbolos valiosos que nos dan sentido.

Al momento de escribir estas reflexiones aún es muy difícil tener información sobre el alcance exacto de la tragedia, pero a grandes rasgos ya se conoce que dos tercios del techo de la catedral se quemaron, según el ministro francés de Cultura, Franck Riester.

Los bomberos dijeron, apenas pudieron controlar las llamas, que la estructura "está a salvo y preservada". Tocará en los días inmediatos hilar más fino sobre esta afirmación, ya que otra de las interrogantes es si la estructura que queda en pie ha quedado sentida o puede considerarse el punto de partida para una reconstrucción.

En medio de la vorágine de violencia mundial, se especuló en un primer momento que el fuego pudiera haber sido intencional, lo cual no es descartable en los complejos momentos que vivimos en el planeta.

Sin embargo el fiscal de París, Rémi Heitz, aseguró que se privilegia la “tesis accidental” y agregó que “No hay nada  que indique hasta ahora que se trata de un acto voluntario”. Por si fuera poco, 50 investigadores están trabajando en el caso, que sin duda es punto de honor para Francia.

Se cree que el incendio está vinculado a los trabajos de rehabilitación que habían comenzado. Han empezado los interrogatorios a la 15 de trabajadores que estaban en el momento. La investigación será “larga y compleja”, según advirtió Heitz.

También es conveniente apuntar que en todo proceso de reconstrucción hay un riesgo de incendio que es inevitable, según declaró el presidente de la comisión de seguridad del Colegio de Ingenieros Industriales de Catalunya, Jordi Sans, a propósito del suceso.

Toca ahora el complejo inventario de pormenorizar lo que desapareció, lo que sufrió, lo que se salvó. 

¿Podrá ser reconstruido? ¿De qué manera se enfocaría esa hipotética reconstrucción? Y lo que tendremos siempre presente es que, por más que se logre una obra maestra en este sentido, el valor cultural de lo perdido en las llamas es sencillamente insustituible.

Durante generaciones, Notre Dame ha sido un lugar de peregrinación y oración, que ha convocado a los visitantes del mundo. Y no solamente católicos, o por el significado espiritual del edificio y sus reliquias para un culto en particular, sino por lo artístico, lo arquitectónico y en pocas palabras, por lo admirable que resulta lo que puede construir el ser humano. Obras como esta nos recuerdan todo lo bueno que somos capaces de lograr. Desde nuestro punto de vista ese es el valor indiscutible de iconos históricos como el de Notre Dame.

Notre Dame atrae a católicos para las oraciones, las misas y el sacramento de la confesión.

Y cada año durante la Semana Santa, revela algunas de las reliquias más importantes de la cristiandad. Entre ellas se encuentra la Santa Corona, que muchos creen que proviene de la corona de espinas colocada sobre la cabeza de Jesús. Además, está un fragmento del Bosque de la Cruz, que muchos creen que forma parte de la cruz verdadera en la que Jesús fue crucificado y uno de los clavos que los romanos habrían usado en la crucifixión.

Dolorosamente, muchos siglos de historia fueron alimento de las llamas en apenas unas horas. Ahora toca pensar en reconstruir uno de los monumentos más importantes de Francia.Ya se han activado recolecciones a nivel mundial, entre importantes compañías y filántropos, para dotar de fondo el rescate del templo.

Notre Dame resurgirá de sus cenizas en un trabajo mancomunado del gobierno francés, la empresa privada, los católicos y los amantes del arte, la historia y la cultura. La célebre iglesia del jorobado de Víctor Hugo seguirá ocupando su lugar entre los patrimonios de la humanidad.

David Uzcátegui
Twitter: @DavidUzcategui
Instagram: @DUzcategui

 
Twitter Facebook Dribbble Tumblr Last FM Flickr Behance