Lunes 03 diciembre de 2012
El “empoderamiento” es una de las palabras que más suena en los últimos tiempos para explicar como un ser humano se hace cargo de una situación, adquiriendo poder sobre la misma, lo cual quiere decir que puede modificarla, obviamente para bien en los contextos gerenciales en los cuales se menciona.
Desde esta tribuna hemos reiterado las virtudes de los gobiernos
regionales y municipales, de su fortalecimiento, consolidación y
crecimiento como fuentes de calidad de vida para
la ciudadanía en la medida en que puedan aportar
más a sus comunidades.
Y hoy queremos referirnos a estas instancias administrativas como fuente de
empoderamiento para que el individuo multiplique
y proyecte su capacidad ciudadana hacia el
colectivo del cual forma parte.
Partimos de ver los gobiernos regionales y
municipales como una consecuencia de la elección de una suma
de individuos y el ejercicio de este poder como
una traducción del empoderamiento de los electores, quienes son contralores y a
quienes hay que rendirles cuentas.
En este sentido, con el correr de los años
se ha incrementado el buen hábito de la transparencia
en los gobiernos más cercanos a la persona. Este
incremento proviene de dos realidades; una es el
hecho de que los gobernantes regionales y locales han ido internalizando cuanto
conviene la transparencia al buen ejercicio y viabilidad de sus funciones;
mientras por otro lado los mismos ciudadanos toman conciencia
de su derecho a exigir y presionan sobre este supuesto totalmente con base.
Es una manera de alimentar un círculo
virtuoso en el cual el individuo empoderado ejerce su poder de decisión con
base en su acceso a la información, a la presencia de opciones para elegir,
participa de manera asertiva y acertada en la toma de decisiones
colectivas, concientizar el propio poder para cambiar las cosas, habilidad para
incrementar su propio poder personal, y a partir de ello generar continuamente
cambios para bien.
Este avance
en el empoderamiento ciudadano es más posible
mientras más cercanas a la persona estén las instancias de poder. Es por ello
que los gobiernos estatales y municipales son las escuelas por excelencia de la
democracia y de la sinergia
entre gobernantes y gobernados, entendiéndolos primeros que no pueden ejercer
exitosamente sus funciones sin el concurso de los segundos, y estos últimos
deben estar claros en el empoderamiento entendido como un derecho, pero también
como un deber. La visión de la estructura –del estado, del municipio- es
absolutamente horizontal, ganado terreno al poder vertical o piramidal.
Es esta nuestra visión de gobierno y el
propósito para el cual creemos que debemos trabajar. Los líderes no deben tener
miedo de entregar poder, pues al hacerlo están sumando y fortaleciendo la
institución que encabezan, al sumar voluntades. Y la confianza
de compartir el poder tiene que ver con la confianza en sí mismo y en su
capacidad. Paradójicamente, al ceder, se suma. Es una lección que es mejor
aprender desde cabeza ajena.
Desde la presencia de los vecinos en las sesiones de cámara de los Concejos Municipales hasta el rendimiento de cuentas en
los portales de gobierno de gobernaciones y
alcaldías, la cultura del empoderamiento ciudadano se alimenta. Avanzamos por buen camino y con los años podemos ver cuanto hemos
sumado.
*Candidato a Alcalde de Baruta por
la Unidad
*Twitter: DavidUzcategui