Domingo 03 de junio de 2012
Presentando
un proyecto de país serio y responsable, el candidato de la Alternativa
Democrática, Henrique Capriles Radonski se enfocó esta semana en el más urgente
entre los numerosos problemas que padece Venezuela: la inseguridad.
Estamos
hablando de vidas y más vidas que se pierden, de algo verdaderamente
irrecuperable, de familias desgarradas, de una nación desangrada y de una
población acorralada por el miedo. No es amarillismo, son hechos y cualquier palabra
se queda corta para describir la gravedad de lo que hoy enfrentamos.
Los
homicidios por año se han quintuplicado desde 1998. No son unos cuantos más, no
son el doble o el triple. Son cinco veces más.
Y el
gobierno que se acerca a los tres lustros evade el tema, no lo menciona, no
existe en sus numerosos medios de comunicación que describen un país de las
maravillas. Cuando la aberración de un crimen fuera de lo común –ya son tan
comunes- conmueve los cimientos de la sociedad, entonces se anuncia un plan de
rimbombante nombre y enrevesada estructura, que queda en el olvido a las pocas
semanas. Ya van casi 20.
En
contraste, desde la acera de la Venezuela del Progreso, encontramos un discurso
sensato, responsable, firme y concreto. El discurso que corresponde a un Jefe
de Estado.
Lo
primero fue ofrecer a los electores un verdadero plan con visión en macro y a
largo plazo, que desarme en un mapa los distintos factores del problema, desde
la prevención hasta las cárceles, pasando por lo policial y lo judicial.
Redimensionar
el rol del gobierno ante este caos es crucial, pues se ha desdibujado. Como
bien lo dijera el candidato del Comando Venezuela, de un nuevo gobierno los
privados de libertad pueden esperar respeto a sus derechos, reeducación y
reinserción en la sociedad. Pero aberraciones del calibre del dialogo entre el
Presidente de la Republica y unos pranes, deben ser desterradas del panorama
nacional y quedar solamente como un triste recuerdo, el recuerdo de un gobierno
que es puesto contra la pared por irregulares que se han aprovechado del caos
para acumular un poder inimaginable en un país gobernado por la insensatez.
Cuando en
un país democrático se habla de seguridad, es en referencia a la seguridad de
la ciudadanía. Cuando gobierna un régimen distinto al democrático, la seguridad
que les preocupa es la de sus funcionarios, que se transportan en vehículos
blindados y con generosas cantidades de guardaespaldas, ajenos a los riesgos
que confronta el ciudadano de a pie.
Es un
ejercicio valiente y necesario confrontar la descomunal desfiguración que ha
sufrido el sistema de justicia venezolano. Desde policías hasta jueces, es
necesario un profundo redimensionamiento de este complejo universo. El rescate
de la ética, de la moral, la mejora de las condiciones laborales y de
beneficios. Es una tarea enorme y necesaria.
Pero
sobretodo, es un asunto de voluntad política. Los enormes recursos que han
ingresado en esta década por concepto del petróleo dejan algo en claro: al
actual gobierno no le interesa el más descomunal de los problemas que
enfrentamos. Porque los recursos han sobrado pero el problema sigue ahí. La
voluntad está del lado del progreso, del lado del futuro.
*Candidato a la Alcaldía de Baruta por la Unidad
*Twitter:
DavidUzcategui