DAVID UZCÁTEGUI | Concejal de Baruta
Lunes 13 de mayo de 2012
Se dice que la vida política es pendular y esa
afirmación es particularmente cierta en medio de la intensidad de los tiempos que vivimos los venezolanos.
Lo que un día es bueno, al otro es malo y viceversa. Lo interesante es que no
necesitamos cambiar de gobierno ni que llegue al poder el contrario para
observar esta situación.
Y esta afirmación la hacemos a propósito de lo que
estamos presenciando en estos días con la Comisión
Interamericana de los Derechos
Humanos. Lo primero que hay que recordar es que se trata de un organismo adscrito a la Organización de
Estados Americanos, por lo cual al situación no
se puede evaluar aislándola de un contexto mucho más complejo.
Sin duda hay que tener en cuenta que somos miembros de
dicha organización y que la complejidad de las
relaciones internacionales del continente –como lo son las relaciones en
cualquier organismo que agrupe un colectivo de Estados- lleva a la conclusión
de que no son para nada fáciles de romperse.
De nuevo el gobierno actual intenta accionar de
acuerdo a la contingencia, perdiendo de vista los antecedentes, el entorno y
las consecuencias; lo cual es para nosotros uno de sus más graves defectos.
Y esto lo decimos a propósito de que la OEA
y sus organismos dependientes han asumido en
estos trece años posiciones que en algunas oportunidades
favorecen a la actual administración, mientras que en otras la condenan.
Y es así como en unos momentos se cita la posición
favorecedora que arrima para el brasero oficialista,
mientras en el caso contrario se hace el respectivo escándalo y se amenaza con
la patada al tablero.
Evidentemente estamos en el segundo caso en estos
momentos. Por lo cual convendría llamar al gobierno a la ponderación y a la
sensatez.
El sistema interamericano
ha costado décadas y trabajo arduo. No es perfecto pero sí perfectible. Y para
colmo el régimen ha fallado en todos sus intentos de constituir lo que podíamos
llamar un sistema interamericano paralelo.
Hasta los aliados más incondicionales del mandatario
venezolano son prudentes al ser llamados a condenar a estas organizaciones. Y
los más prudentes entre ellos prefieren llamar a la conciliación públicamente,
defender sus virtudes y apostar a su perfectibilidad.
Digamos que, a pesar de esto, el actual gobierno venezolano se sale con la suya –o con la que
quiere en el momento- y abandona la Comisión Interamericana
de Derechos Humanos. Habría mucha tela que cortar.
Primero, porque tal decisión tarda varios años en
hacerse efectiva después de ser tomada. Luego, porque quedaríamos aún
involucrados con otros entes internacionales cuyas legislaciones y regulaciones
son bastante similares, por no decir exactas, ya que se trata de principios
jurídicos internacionales. Y finalmente, hay que recordar que todos estos
tratados tienen rango constitucional y que la
misma Carta Magna tiene en su letra estos mismos
principios.
Es decir pues, estamos atrapados –para bien- en una
red, una madeja jurídica que hace extremadamente largo y complejo el propósito
de pretender ponerse al margen.
Quizá se trate del recalentamiento habitual de estos
tiempos y la cosa quede así. Ojala prive el criterio
sensato. Quizá se dispare un proceso de
separación cuya complejidad lleve a los cerebros de la revolución a preferir
dejarlo así.
O quizá suceda algún imprevisto que lleve al gobierno nacional a una nueva luna de miel con el
sistema interamericano que ha tratado de torpedear y clonar según sus
particulares intereses. Por supuesto, estamos a la expectativa.
*Candidato a Alcalde de Baruta por la Unidad
*Twitter: DavidUzcategui