DAVID UZCÁTEGUI | Concejal de Baruta
Lunes 03 de Octubre de 2011
En medio de la vorágine que es la vida de los
venezolanos, provocada por un gobierno que piensa que puede sacar beneficios
del caos, nos enteramos ingratamente de que nuestra soberanía sobre el
territorio que tenemos en reclamación con Guyana está en entredicho.
La nación vecina pretende modificar los límites de su
plataforma continental en una forma que nos afecta, y aparentemente procedió
sin participarnos la iniciativa. Esto no es sino la consecuencia de una suma de
errores diplomáticos cometidos por el gobierno chavista y, más grave aún, por
el primer mandatario en persona.
Diplomáticos y especialistas en relaciones
internacionales recogen el largo y tortuoso camino de nuestro justo reclamo,
casi perdido en 1899 a la luz de negociaciones oscuras entre Gran Bretaña y Rusia; para luego conseguir la reactivación de dicho
reclamo en 1966, lo cual había dejado una rendija abierta.
Rendija que fue cerrada en 2004, cuando Chávez
manifestó que no le importaba que el gobierno de Guyana otorgara concesiones en
el territorio en reclamación. Remató en 2007, asegurando que tal reclamo había
sido activado por presiones de Estados Unidos.
Obsequió así con lazo y todo un territorio que ha sido arduamente luchado por
décadas. Por tales declaraciones se le ha solicitado que desista en nombre de
Venezuela, de seguir reclamando el mencionado territorio. Y luego habla de
patria y soberanía...
El reclamo venezolano está en entredicho por
impericia, porque padecemos un gobierno donde es más importante la lealtad a
una ideología trasnochada que la formación profesional, porque se ha
desmantelado la carrera diplomática en Venezuela,
convirtiendo sus cargos en un sistema de premios y castigos que se basa en
parámetros políticos y no de excelencia profesional. Porque todas las
decisiones se miden con el fantasma del “Imperio” y no con la conveniencia de
la patria y sus ciudadanos.
Porque estamos en una administración que de forma
confesa se ocupa solamente de atornillar en el poder a una revolución –o lo que
es lo mismo, atornillar a su caudillo-, en lugar de ocuparse de trabajar, de
los miles de asuntos que son la tarea y el deber
de un gobierno para asegurar el bienestar ciudadano y defender la integridad de
un país.
La palabra “soberanía” es frecuentemente manoseada
como un comodín para discursos kilométricos, repetitivos y vacíos; pero no se
tiene en cuenta cuando de verdad está en juego: en numerosos casos como la
entrega de la cedulación venezolana a Cuba o el vergonzoso caso que hoy nos
ocupa, el cual no solamente pone en juego una parte importante de nuestro
territorio, sino que además nos deja como unos auténticos ineptos ante la
comunidad internacional.
Dice la cancillería que el gobernante "ha
implementado hacia Guyana una política correcta de paz, soberanía, y respeto al
Derecho Internacional, que contrasta con las viejas actitudes guerreristas y
amenazantes de la burguesía venezolana, cuyo único objetivo era hostigar a
gobiernos progresistas de esa hermana República, conforme a los designios de
los centros de poder imperiales".
Tales
palabras van impregnadas del sesgo ideológico que termina estorbando y
torciendo cualquier política de esta administración. No hay mucho más que
decir. Solamente que quienes gobiernan hoy deben rendir cuentas mañana y que aún
están a tiempo de evaluar el calibre de sus equivocaciones.
*Presidente
del Concejo Municipal de Baruta
*Twitter:
DavidUzcategui