viernes, 5 de abril de 2019

¿Dónde estudiarán los niños?

| |
Parafraseamos el título de una vieja canción para dejar constancia de una de las mayores inquietudes que asalta a la ciudadanía en este momento: la reiterada pérdida de actividades escolares de nuestros niños y jóvenes.

Marzo fue un mes que nos trastocó las más elementales rutinas a muchos en el país, en medio de los eventos que se generaron tras el irregular suministro de energía eléctrica que todos padecimos.

Este contratiempo generó graves daños, comenzando por el dramático costo de vidas en los hospitales y pasando por la descomposición de costosos alimentos, que cada vez es más difícil llevar a la mesa. Y pare usted de contar.

Sin embargo, existe un asunto que nos tiene extremadamente inquietos a todos los padres y es la reiterada pérdida de clases de nuestros hijos.

Si las cosas siguen como van, el impacto en la trayectoria educativa de los menores va a dejar una huella que será cada vez más imborrable, en tanto y en cuanto la situación se complique.

Expertos en el tema educativo venezolano han dejado saber que en el mes que recién acaba de finalizar, solamente existieron, de manera oficial, ocho días de clases.

La profesora Olga Ramos, miembro de la asociación civil Asamblea de Educación, analiza el contexto de toda esta problemática, ante la cual deberíamos prestar más atención por sus posibles consecuencias:

“El gran problema de todos los días que se pierden de clases es que los alumnos aprenden menos. A todos les dan la certificación automática de que aprobaron, pero los niños y adolescentes se convierten en analfabetas funcionales. Esos muchachos salen sin haber visto completos los programas de matemática o física”.

Continúa diciendo que, si en los procesos no se hacen unas buenas evaluaciones, van a ir arrastrando deficiencias y no se están formando profesionales potenciales y esto puede generar que los alumnos acumulen frustraciones porque, por ejemplo, muchas de estas personas realizarán trámites como ir a un banco y no van a entender lo que deben hacer.

Desde que el gobierno suspendió los primeros seis días de clases tras el apagón del pasado 7 de marzo, el Observatorio Educativo de Venezuela había dado a conocer la urgencia de que se estableciera oficialmente una prórroga del calendario escolar, para asegurar que los estudiantes de los distintos niveles pudieran lograr las metas y los aprendizajes previstos en la planificación.

A este planteamiento respondió el ministro de Educación del gobierno madurista, Aristóbulo Istúriz, quien indicó que “se va a evaluar” la reprogramación del calendario escolar en todos los niveles de la educación.

Y ese es justamente el problema: un día de clases perdido no se recupera. Al menos no en cuanto a la calidad que debería tener la enseñanza, aunque se marque como recuperado en el papel de un cronograma.

No es lo mismo que el alumno reciba conocimientos en medio de un calendario escolar normal y con todo el entorno favorable que se le debería garantizar para que aprendiera, a que se le suministren unas clases adicionales tras las interrupciones en el proceso, en condiciones que no son del todo adecuadas y en un entorno que no propicia que los pequeños y jóvenes pongan la atención debida a lo que se les está impartiendo.

Sabemos, además, que nuestro actual sistema educativo viene desde hace rato con una pata coja, que no es otra que la deserción del personal docente, ante el escaso poder adquisitivo de sus salarios. Mientras unos deciden dedicarse a alguna actividad que sea más remunerativa, otros más se arriesgan a probar suerte en otras latitudes, esperando que sus competencias profesionales sean mejor reconocidas en el aspecto económico. De esto veníamos antes de las obligadas suspensiones de clases por causas de fuerza mayor. Y este otro problema mencionado, sigue siendo un telón de fondo, al cual se superpone el nuevo contratiempo.

Existe, además, otra gran interrogante: una vez implementado –al menos en lo teórico– este calendario, ¿se cumplirá en lo práctico? Porque lo que hemos visto hasta ahora es que las suspensiones en el suministro eléctrico se mantienen y solamente tenemos una versión que asegura que en un mes se superarán los cortes eléctricos. Suponiendo, optimismo de por medio, que eso sea así, quiere decir que sumaremos al tiempo perdido hasta hoy el que se pierda antes de la ansiada estabilización del suministro de luz. Pero nos asalta la duda razonable… ¿Y si esto se prolonga?

Nos preocupan las lagunas en los conocimientos que van a arrastrar los alumnos venezolanos de hoy, las cuales quedarán como baches en sus futuros procesos educativos, convirtiéndolos posiblemente en futuros profesionales que no tengan todas las herramientas y habilidades para salir adelante en sus labores. Y eso no es una buena noticia para Venezuela.

David Uzcátegui
Twitter: @DavidUzcategui
Instagram: @DUzcategui

 
Twitter Facebook Dribbble Tumblr Last FM Flickr Behance