De cara al comienzo de año y a la
inconformidad ciudadana con la situación económica del país, el gobierno
nacional anunció en estos días una nueva serie de medidas en dicho campo, en lo
que evidentemente es un intento de contener la insatisfacción general, que ya
es sencillamente inocultable.
El portal web de línea
oficialista Tele Sur, en nota fechada el pasado día 14 de este mes titula:
“Presidente Nicolás Maduro anuncia aumento de salarios en Venezuela” y
complementa informando que el mandatario realizó el anuncio en el marco de las
medidas económicas que implementará en su nuevo mandato 2019-2025.
Primero, a lo primero. La
administración actual insiste en cometer reiteradamente el error de aumentar
una y otra vez el salario mínimo sin tener en cuenta el estado en el cual se
encuentra el aparato productivo del país, al cual se le puede considerar
simplemente exhausto, tras dos décadas de medidas económicas erradas.
El obligar al escaso empresariado
que aún se anima a seguir adelante en medio de un ambiente adverso, a
incrementar los salarios a partir de una orden y no de un aumento orgánico en
su productividad, es sencillamente pan para hoy y hambre para mañana, como bien
lo hemos visto a lo largo de estos años.
Sí, todos deseamos aumento de
salario, pero ese es el último paso de un programa de reestructuración de la
economía, que pase por un profundo saneamiento de las causas por las cuales la
actividad económica de nuestro país se ha estrechado cada vez más.
Es primero de extrema urgencia
volver a ser productivos y a tener confianza en Venezuela, apostar al productor
nacional e incentivarlo desde el mismo gobierno con medidas a su favor, y
solamente como consecuencia de ello se podrá pensar en aumentos de salario
sostenibles en el tiempo.
Tan cierto es lo que planteamos,
que ya los incrementos salariales alegran a muy poca gente. La mayoría de los
venezolanos sabe que el aumento en sus ingresos será consumido por la subida de
los precios, incluso antes de llegar a sus bolsillos.
Esta realidad ya no puede ser
obviada, ni siquiera por el mismo gobierno, que ha satanizado en el pasado la
iniciativa particular. La nota citada agrega que “El presidente Maduro reiteró
el llamado a los empresarios privados para trabajar todos juntos en el progreso
y desarrollo del país, así como un compromiso para poner en marcha las nuevas
medidas económicas”.
Esta afirmación contradice lo que
hemos visto y vivido durante muchos años. Es un gran comienzo el tratar de
tender puentes con los que deberían ser los socios principales de la
administración pública en la consecución del bienestar de los venezolanos. La
cosa es cómo y de qué manera se va a concretar este acercamiento.
Lo otro que nos preguntamos es:
¿los funcionarios estarán dispuestos a escuchar? ¿Podrá ser viable un cambio de
paradigma? Honestamente, nos gana el escepticismo, pero estemos abiertos a
sorpresas. Los milagros pueden ocurrir.
Habla el artículo en cuestión de
“medidas económicas”, un plural que acompaña al nuevo y cuestionado aumento.
Se menciona al plan “Chamba
Juvenil”, una iniciativa en línea con propuestas de muchos otros países de
robustas economías, en cuanto a incorporar a los más jóvenes al aparato
productivo. Ellos suelen ser de los más ignorados por el mercado laboral debido
a su falta de experiencia. Es sumamente loable, pero esperamos que no se quede
en el papel o en las palabras.
Otras propuestas mencionadas,
como el embellecimiento urbano y la reactivación de la industria automotriz
suenan también como el sendero que hay que andar. ¿Realmente avanzaremos en ese
sentido? Ojalá. Solamente así es sustentable un aumento salarial. Aunque aún se
está poniendo el carro delante de los caballos.
Muchas veces lo hemos dicho:
Venezuela cuenta con numerosos profesionales versados en el tema, que sin duda
aportarían al gobierno nacional su experiencia para deshacer los entuertos,
pero hay que partir de aceptar realidades y desechar prejuicios. Es en este
tramo de la tarea donde reside el mayor atasco y hasta que no sea superado, no habrá
manera de ver la luz al final del túnel. Caso de que esto no suceda, seguiremos
dando vueltas en un mismo círculo vicioso que hace rato se agotó.
Si de algo nos ha servido este
período adverso de las finanzas nacionales, es de aprendizaje sobre como
funcionan en realidad los números, los cuales no responden a órdenes, sino a
leyes que no pueden ser reinventadas ni saltadas, pues las consecuencias suelen
ser peores de lo imaginable. Y vaya que estamos viviendo los resultados de
estos experimentos sin sentido ni razón.
Ponemos una vez más nuestro
escepticismo por delante. Ya hemos visto demasiadas veces esta película. Ojalá
nos equivoquemos.
David Uzcátegui
Twitter: @DavidUzcategui
Instagram: @DUzcategui