viernes, 3 de agosto de 2018

“Venezuela y gasolina”

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Ha llegado el día inevitable. Ese, de la arruga que se había corrido insistentemente. Venezuela tiene que revisar el precio de su gasolina.

El tema se había convertido en un temible tabú desde hace casi treinta años, cuando en el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez se intentó sincerar una economía venezolana donde el subsidio era la norma y se estaban creando enormes distorsiones.

En aquel año de 1989 sucedió el llamado Caracazo, cuando en el marco de una serie de reajustes económicos se incrementó el precio del combustible, lo que llevó a su vez a subir el de los pasajes y finalmente detonaron una serie de protestas de calle.

Como dicen, el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones. Ese intento de equilibrar los malos hábitos económicos que arrastraba Venezuela, fue lamentablemente implementado de manera inadecuada en muchos sentidos, y desde entonces se le agarró lógico miedo a la tarea. Una tarea que quedó pendiente por casi tres décadas.

Sin embargo, cabe preguntarse: ¿se solucionará ese asunto tan postergado con las medidas actuales?

Lo cierto es que, al día de hoy, nos encontramos con el hecho de que el combustible en nuestra tierra verá cambiar sus precios de manera notable, en el marco de una segunda reconversión monetaria, esta vez eliminando cinco ceros a la moneda. Esto, aunado a los tres que se le quitaron en la década pasada, haría un total de ocho.

Ciertamente, parece que la administración actual no encontró mejor momento ni mejor motivo para enfrentar el temido y postergado tema de la gasolina. El precio que veíamos pagando se hace inmanejable en la nueva moneda. Y esto es apenas una de las muestras de los desajustes que presenta la economía venezolana, uno de los síntomas de lo profundamente enferma que se encuentra.

Primeramente, hay que decirlo, todos los países productores de petróleo pagan su combustible en el mercado interno a precios internacionales. No hay privilegio alguno para ellos.

En segundo lugar, es cierto que el mercado venezolano se abastecía a pérdida desde hace mucho tiempo. La ilusión saudita que ha empañado la sinceridad de lo que sucede en nuestro país no es para nada nueva y se pierde en la memoria. En esta oportunidad, el gobierno tiene su punto de razón.

Sin embargo, pareciera que las distorsiones económicas nos han llevado ya demasiado lejos. Y hablamos de esas distorsiones sembradas hace ya mucho tiempo, que entre otras consecuencias, convirtieron la revisión de los precios del combustible en un asunto a ser eternamente evadido.

Es aquí donde cabe la pregunta: ¿vamos finalmente bien? Respondemos de inmediato: no lo creemos.

Lamentablemente, esta revisión de los precios de la gasolina llega en un panorama económico adverso y desolador. Aún está muy lejos de llegar a los precios internacionales, pero por otro lado la capacidad de compra del venezolano está tan golpeada por la recesión que, aún manteniendo el aumento en niveles conservadores, se hace muy cuesta arriba pagarlo.

Siempre lo hemos dicho y no nos cansaremos de repetirlo: la verdadera prosperidad para un país se construye desde las libertades a la iniciativa particular, aupadas por un gobierno que se asocie en ello, creando el clima y las iniciativas necesarias para la confianza.

Lamentablemente marchamos en el sentido exactamente contrario desde hace demasiado tiempo y no vemos señal alguna de corregir este error histórico.

Reconversión monetaria y ajuste de precios de combustibles serán tragados por el pantano de los desbalances administrativos del país, y creemos que en muy corto plazo si no se cambia de rumbo.

También caben interrogantes ante el hecho de pretender imponer la intermediación del llamado Carnet de la Patria para tener acceso al suministro de combustible, ya que se trata de otra restricción más a las libertades. ¿es esto realmente necesario? ¿Qué hay tras esta propuesta?

Porque en el funcionamiento deseable de toda economía, cada ciudadano tendría libre acceso a cuanto combustible necesitara, y tendría cómo pagarlo, gracias a sus propios ingresos.

Vale acotar que en ningún lugar del mundo la gasolina es “barata”. En ninguno, excepto en Venezuela. En todas partes se cuida su consumo. El mundo entero busca energías alternativas, no solo por el costo sino también por la contaminación al ambiente.

Sin embargo, este nuevo escenario que se nos presenta resuelve muy poco desde nuestro punto de vista. Una decisión que debió tomarse hace años y como parte de medidas más complejas y absolutamente distintas, llega en el marco de un país exhausto y sin músculo para abordar sus propias e impostergables transformaciones. Incluso las que serían para su propio bien.

David Uzcátegui
Twitter: @DavidUzcategui
Instagram: @DUzcategui

 
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