El gobierno de nuestro país dio a conocer la semana pasada
la emisión de 100 millones de "petros", una unidad monetaria virtual
que el Ejecutivo ha definido como "la criptomoneda de Venezuela" y
que equivale, según ellos, al valor del barril de petróleo venezolano en el
mercado internacional.
Sin embargo, la Asamblea Nacional ha picado adelante y ha
declarado ilegal a la recién nacida divisa.
No es para nada nuevo este enfrentamiento en unos y otros
entre dos poderes nacionales. Pero, ¿quién tiene la razón?
Trataremos de separar la paja del grano en este nuevo
episodio críptico –nunca mejor dicho- y también crítico, de la ya extenuante
diatriba nacional.
Pero sobre todo, intentemos ver las inconveniencias, más
allá del pronunciamiento parlamentario, para que el gobierno nacional intente
navegar en aguas desconocidas en medio de un momento particularmente adverso
para nuestra patria.
Comencemos por saber que una criptomoneda, criptodivisa (del
inglés cryptocurrency) o criptoactivo, es un medio digital de intercambio. La
primera criptomoneda que empezó a operar fue la bitcoin en 2009, y desde
entonces han aparecido muchas otras, con diferentes características y
protocolos como Litecoin, Ethereum, Ripple o Dogecoin.
En estos sistemas se garantiza la seguridad, integridad y
equilibrio por medio de un entramado de agentes
que se verifican mutuamente,
denominados mineros, que son, en su mayoría, público en general y
protegen activamente la red al mantener una alta tasa de procesamiento de
algoritmos, con la finalidad de tener la oportunidad de recibir una pequeña
propina, que se reparte de manera aleatoria.
Como vemos, se trata de un sistema independiente,
autorregulado y auto controlado.
Por ello, y desde que se comenzó a hablar de una
criptomoneda venezolana, las críticas apuntaron –certeramente, por demás- al
hecho de que existiera una divisa digital controlada por el gobierno de un
país, lo cual desdice de lo que han sido hasta ahora las criptomonedas en sí
mismas.
Y es que, obviamente, un país –cualquiera- tiene una agenda
política y de poder muy propia.
Justamente, la divisa virtual nace para ser una
alternativa al sistema monetario tradicional, imbricado con los respectivos Estados
emisores.
Con más razón parecen acertados estos argumentos, si el
gobierno que pretende lanzar la criptomoneda en cuestión es por definición
centralizado y controlador.
El asunto es que el instrumento financiero puede ser
emitido, pero ¿de cuánta credibilidad va a gozar en el mundo? Esto podría
parecer fácil de resolver, al apalancarse en las reservas petroleras, como bien
dicen quienes hoy administran nuestro país.
Pero hay otro detalle, y es que Petróleos de Venezuela
indudablemente ha perdido músculo, mientras adicionalmente el mundo marcha
hacia la búsqueda urgente de energías alternativas y hay nuevos oferentes en el
mercado petrolero mundial.
Otro gran
contratiempo para el petro, sería el hecho de que se esté buscando emitirlo
para sortear los desencuentros que tiene Venezuela con el sistema financiero
mundial, lo cual termina de configurar un escenario único para esta clase de
monedas.
Es decir, el país que está poniendo su nombre para respaldar
la moneda, tiene por delante unos cuantos problemas previos a resolver. Y esto
sin contar con que, insistimos, se trata de una alternativa financiera cuya
gracia es justamente no depender de gobierno alguno.
Por cierto, y vaya como anécdota: Bolivia, un país afín al
sistema venezolano actual, prohibió las criptomonedas.
Pero por si fuera poco, el Parlamento declaró nulo el
decreto de la emisión del petro, pues, asegurando que se trata de una moneda
"ilegal" que viola lo establecido en la Constitución.
La AN alertó a los potenciales inversionistas y actores del
mercado de las criptomonedas sobre la “ilegalidad" de la misma. Los
parlamentarios indicaron que el artículo 12 de la Constitución se establece que
las reservas petroleras y las riquezas del país son "inalienables".
Adicionalmente, alegaron que las operaciones de crédito
público requieren, para su validez, una ley especial que las autorice y la
misma debe pasar por aprobación de la Asamblea Nacional.
Este es un detalle extremadamente delicado: comprometer a
futuro las reservas petroleras nacionales requiere de la aprobación del
Legislativo.
Con tantas patas cojeando, nos anotamos en la lista de
quienes piensan que este asunto no progresará porque viene mal concebido desde
el principio.
Sería maravilloso que Venezuela pudiera entrar por la calle
del medio a un universo tan característico del siglo XXI como lo son las
criptomonedas, pero para ello se requiere primero poner la casa en orden. Hay
demasiadas tareas pendientes en el camino antes de poder hablar seriamente de
esa posibilidad.
David Uzcátegui
Twitter: @DavidUzcategui
Instagram: @DUzcategui