domingo, 27 de diciembre de 2015

“Buenos deseos”

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David Uzcátegui
@DavidUzcategui

Estas fechas decembrinas se prestan siempre para expresarnos los mejores deseos y el ámbito político no puede ser menos. Al contrario, quizá si algún sector de nuestra existencia necesita impregnarse de eso que llaman “El Espíritu Navideño”, es justamente el político.

Afortunadamente, tras el reciente evento electoral del pasado 6 de diciembre, el país entra indudablemente en un sendero de paz, que ya se puede sentir en la calle y en la gente.

Siempre hemos apostado desde este espacio, a las citas comiciales como el árbitro justo y perfecto para las diferencias en las sociedades y una vez más esto se demostró con las recientes elecciones.

Hoy tenemos un colchón de concordia entre los ciudadanos de cualquier tendencia política para aprestarnos a pasar las fiestas navideñas y abordar el 2016 con una actitud optimista.

Si bien siempre recibiremos –no sin razón- observaciones respecto a que no todo el mundo se pliega a los resultados obtenidos en la jornada en cuestión, no nos cansamos de subrayar que son minoría. Y que, afortunadamente, ya obtuvimos el reconocimiento a los resultados por parte de los dos sectores mayoritarios.

¿Cuál debe ser nuestra perspectiva para 2016? Primero que nada, el diálogo y el entendimiento. El actual gobierno va a seguir al frente del Poder Ejecutivo y tendrá la segunda mayoría en el parlamento; mientras la Mesa de la Unidad Democrática ostenta una incuestionable mayoría en el Legislativo. Las fuerzas están equilibradas y hay representación de la gran mayoría de los venezolanos.

Visto que no estamos pasando por uno de los mejores momentos como nación, por la caída de los precios petroleros y nuestra excesiva dependencia de esa materia prima, la circunstancia histórica nos obliga a dialogar y a entendernos.

Esta siempre ha sido la opción que hemos defendido; pero en este momento no hablamos de opciones, ya que el escenario nacional deja muy escaso margen de maniobra.

También hemos comentado que no tenemos nada en contra de quienes hoy ostentan el gobierno central, sino en contra de sus ejecutorias. Los gobiernos pueden autoevaluarse y cambiar de rumbo. Ellos mismos hablan de revisión y rectificación. Son palabras que podemos suscribir si hablamos del bienestar de la ciudadanía como fin último.

Para quienes están en la acera contraria a la nuestra en el aspecto político, también deseamos entendimiento a lo interno. Las voces de reflexión que se están levantando en la tolda roja, traen mensajes dignos de ser escuchados y que pueden ser aportes fundamentales para un nuevo país. Sería lamentable que no puedan ser escuchadas en su propio seno por estar en negación de lo sucedido el 6 de diciembre.

Insistimos, no hay tiempo. El petróleo ya perforó el piso de los 30 dólares y su precio se aproxima en barrena al costo de producción, lo cual deja un margen de ganancia tan estrecho que es seriamente preocupante para cualquier economía que dependa de él.

¿Qué hacemos? No es una pregunta retórica, hay que contestar ya. En primer lugar, dejar en el pasado la confrontación, cuyo punto final fue puesto por la gente en las mesas electorales. En segundo lugar, entendernos entre todos.

Y nuestro mayor deseo para el venidero año 2016 es que todos le metamos el hombro a la producción nacional, para que veamos que al diversificarnos podemos hacer que el asunto petrolero impacte mucho menos. Eso sí, tenemos el tiempo en contra. ¿Qué más vamos a esperar?

Esto, hablando de las urgencias. Sin embargo, creemos que esta contingencia puede ser el piso para subir unos escalones en nuestra madurez como país. Diálogo y productividad no son una circunstancia, sino pilares para un proyecto de patria que sea viable. Ninguna nación se ha hecho próspera bajo enfrentamientos internos, ni hay posibilidad de avance cuando se carga con el lastre de las diferencias internas. Que no es que deban anularse porque es imposible; pero sí aprender a convivir con ellas y ponerlas en su sitio justo. En uno donde no estorben al avance colectivo.

El año que nos viene no va a ser fácil y eso lo tenemos todos claro. Más allá de las percepciones de analistas especializados, lo podemos palpara en la calle. Pero la buena noticia es el cambio de actitud de nuestra sociedad ante las buenas noticias de nuestra reciente cita electoral. Unas noticas que fueron buenas para todos, independientemente de la opción que prefiriera cada quien. Y esa buena noticia es el haber superado con los más altos estándares de ciudadanía un evento para el cual algunos presagiaban unas turbulencias que finalmente no ocurrieron.

Parece que todos deseamos lo mismo y que los colores y las etiquetas son más externas y circunstanciales de lo que pensamos. Ahora, lo que nos queda es honrar esos buenos deseos expresados por la enorme cantidad de electores que acudieron a la cita del primer domingo de diciembre.


 
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