Vistos los acontecimientos de las
últimas semanas, no queda duda: se está jugando un ajedrez de dimensiones
internacionales alrededor de la crisis venezolana. Y Rusia es una de las
potencias jugadoras que más pasión está poniendo.
Llama mucho la atención, porque
la autodenominada revolución se ha proclamado como “antiimperialista”, pero
para ganar su juego, apuesta a las alianzas con tradicionales naciones de
vocación imperial, como lo son Rusia y China. Ambas tienen una historia mucho
más prolongada que la de Estados Unidos en accionar de tipo imperialista, por
lo cual podríamos concluir que el sentimiento de la tolda roja es más
antiestadounidense que otra cosa.
Hecho que también lleva
contradicciones en sí mismo, ya que, por muchos años este gobierno y el
anterior –que al final son el mismo– tuvieron como principal cliente de nuestro
petróleo a la nación norteamericana. Y el corte de vínculos comerciales nació
desde Washington, no desde Caracas.
Por si fuera poco, recordamos
episodios en los cuales se intentó estrechar lazos con el presunto enemigo.
Emblemático fue aquel “I wanna be your friend” que el fallecido ex presidente
Hugo Chávez le enviara a Barack Obama, entonces mandatario estadounidense. Una
frase que quedó sin respuesta; mientras todos estos años han corrido rumores
sobre supuestos lobbys para agenciar encuentros con el poder de la Casa Blanca,
los cuales –si realmente existieron– nunca han resultado.
Lo cierto es que, a la gira
internacional del líder político venezolano Juan Guaidó, Moscú ha respondido
con acciones bastante ostensibles. Hechos que, desde nuestro punto de vista,
son el contrapeso bolchevique para dejar en claro que defenderán sus intereses
en estas tierras.
Quizá la más visible de todas
estas acciones haya sido la visita a Caracas del canciller ruso Sergei Lavrov,
con el pretexto de revisar acuerdos surgidos a partir de las relaciones que se
han venido elaborando desde tiempo atrás. Los interesados en el tema fijan como
piedra fundacional de este contubernio al año 2005. En todo caso, durante este
encuentro reciente se habló de “cooperación bilateral” y “proyectos conjuntos”.
También trascendió a nivel de
notas de prensa que que “Entre los temas de la intensa agenda se abordarán los
temas de cooperación en temas de energía, industria minera, transporte,
agricultura, medicina, farmacéutica”. Y, por si fuera poco, se anuncia una
nueva “reunión de alto nivel” para el venidero mes de mayo.
Y no es casual que la gira del
funcionario ruso haya tocado otros territorios como Cuba, cuya cercanía con la
tolda roja es de todos conocida, o México, que ha preferido adoptar una
posición neutral –hasta el momento– de cara a la situación de Venezuela. Todo
configura un mapa mundial de relaciones de poder en el cual nuestra nación es hoy
sin duda una piedra angular.
Es el mismo portal noticioso de
Telesur, quien recuerda que “En agosto del año pasado, el ministro de Defensa
de Venezuela, Vladimir Padrino López, en una visita que realizó a Rusia,
destacó los avances significativos en la cooperación técnico-militar entre
Moscú y Caracas”.
La misma fuente, nos apunta que
“En septiembre pasado, Putin recibió en el Kremlin al presidente Maduro, marco
en el cual destacó que el intercambio comercial entre ambas naciones se
incrementó en 10 por ciento en los últimos meses como resultado de las entregas
mutuas, entre las que resaltan los productos agrícolas”.
Y es que Rusia viene por
Latinoamérica. Y su punta de lanza es Venezuela.
Pocos pueden dudar de que
actualmente existe una reedición de la tristemente célebre guerra fría, el
enfrentamiento entre estadounidenses y soviéticos que tuvo al planeta en vilo
por más de cuarenta años del siglo pasado.
Por aquellos tiempos la paz
mundial descansaba sobre la certeza de que unos y otros estaban embarcados en
una carrera nuclear con potencia para destruir al planeta. Solamente el
desplome soviético puso fin a aquellas tensiones; pero desde hace rato Rusia ha
vuelto por sus fueros, con un accionar netamente imperialista que mantiene en
vilo a varias regiones del globo; aunque a lo interno su músculo esté muy lejos
de ser el mismo de aquellos años. Ahora las armas son los fake news y los
ciberataques; aunque la ostentación belicista también sigue siendo un fetiche
que los remite a sus pasados años de gloria. Y Venezuela es el trampolín para
ese sueño de grandeza, para disputarle espacios a Estados Unidos en su mismo
continente.
¿Cuáles son los planes de Moscú
en nuestra región? ¿Y qué papel juega Venezuela? Esa es una información
secuestrada por el secretismo más absoluto; pero a ojos vista está que la
guerra fría no murió, solamente mutó. Y hoy, igual que en aquellos tiempos,
somos una apetecible manzana de la discordia.
David Uzcátegui
Twitter: @DavidUzcategui
Instagram: @DUzcategui