sábado, 25 de enero de 2020

“Irán y la nueva tensión mundial”

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Los recientes enfrentamientos entre Irán y Estados Unidos, han escalado la tensión internacional, llegando a un punto muy álgido; que se ha enfriado en los últimos días, pero que sigue allí, amenazante y dispuesto a detonar de nuevo en cualquier momento.

Recapitulando en los hechos, todo comenzó después de que el gobierno estadounidense se retirara en mayo del 2018 del acuerdo nuclear con Irán, y volviera a imponer sanciones a Teherán en noviembre, tras lo cual la postura diplomática de los asesores presidenciales de Donald Trump se ha afilado aún más.

Yéndonos aún más atrás, las tensiones entre ambas naciones iniciaron esta etapa turbulenta en 1979, cuando el Shah de Irán fue desplazado del poder, para ser sustituido por un régimen teocrático.

El 4 de noviembre de ese año, un grupo revolucionario de estudiantes musulmanes respondió a la decisión del presidente Jimmy Carter de proteger al antiguo Shah ocupando la embajada de Estados Unidos de Teherán y secuestrando a 52 diplomáticos estadounidenses durante 444 días. El gobierno de Carter congeló entonces 12 mil millones de dólares en activos iraníes, algunos de los cuales permanecen suspendidos hoy en día.

Y es así como el año 2020 amaneció con el recrudecimiento de este lamentable conflicto, que a ratos permanece latente, mientras en otros momentos lleva hasta el límite al mundo entero.

Durante las últimas semanas del 2019, un civil estadounidense falleció después de que Irán atacara con misiles una base iraquí, dejando múltiples miembros del servicio militar de Estados Unidos.

Esta escalada de tensiones parece haber llegado a un punto de no retorno con el asesinato del comandante de inteligencia iraní más importante en la línea de poder del país, el Mayor General Qassim Suleimani, quien perdió la vida en un ataque con drones autorizado por el mandatario estadounidense el 3 de enero.

Suleimani era el militar de más alto rango en Irán y era considerado una figura diplomática sumamente importante, en especial por su liderazgo en el Cuerpo de Guardias Revolucionarios Islámicos.

Sin embargo, la tragedia escaló a niveles inimaginables cuando un avión civil ucraniano, con 176 pasajeros a bordo fue derribado por dos misiles iraníes de tecnología rusa, al confundirlo con una nave hostil. Todos los ocupantes fallecieron.

El horror de esta noticia, quizá nos lleve a la conclusión más cruel que se puede sacar de los conflictos armados: el dolor cuando el fuego cobra sus inevitables víctimas inocentes.

Y es por ello que muchas voces en la opinión pública internacional, abogan por una resolución que no implique la temida confrontación bélica, la cual puede escalar hasta niveles definitivamente catastróficos.

Por si fuera poco, en el telón de fondo de esta situación se asoma la mano rusa, proveedor de armas para Irán, en un peligroso juego que rememora a la guerra fría, muy a pesar de los encuentros entre Trump y Vladimir Putin, que hubieran sido impensables entre mandatarios de esas naciones durante los tiempos de la extinta Unión Soviética. Valga por cierto recordar que, en medio de la complicada geopolítica mundial, Rusia era –al igual que China– garante del acuerdo nuclear que fue dejado de lado por la actual administración estadounidense.

Se le llamó Plan Conjunto de Acción Comprehensiva (JCPOA, por sus siglas en inglés) y fue considerado en varios estamentos internacionales como un hito en la política exterior del entonces mandatario de los Estados Unidos, Barack Obama.

Una de las teorías que se escuchan, apunta a que Estados Unidos no debió abandonar el pacto anti nuclear con Irán, el cual estaba apuntalado por otras naciones de gran peso en el concierto internacional, como lo son Francia, Alemania y el Reino Unido.

Sin embargo, el presidente Trump se justifica: “El acuerdo descansaba en una gigantesca ficción: que un régimen asesino deseaba solo un programa nuclear pacífico. Si no hacíamos nada, el mayor patrocinador mundial del terrorismo iba a obtener en poco tiempo la más peligrosa de las armas”. Un viraje radical, ya que, aunque nunca gustó de ese acuerdo, incluso había ofrecido defenderlo en el pasado. Lo veía como un instrumento de control al armamentismo iraní.

¿Tiene la razón o se precipitó al abandonarlo? Solamente el tiempo lo podrá decir, y sea cual sea la respuesta, no hay certeza de un buen final para esto que se está desarrollando. La única esperanza quizá sea la intermediación de estos terceros países que podrían servir como mediadores en esta peligrosa tensión.

Siempre hay que apostar a la paz; aunque también es obvio que no se puede desestimar el derecho a la defensa de quien se pueda ver afectado por un ataque. Un problema de enorme envergadura, que no puede dejar de capturar la atención del mundo entero.

David Uzcátegui
Twitter: DavidUzcategui
Instagram: @DUzcategui


 
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