martes, 19 de junio de 2018

“Cada vez será peor”

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Si bien el actual panorama general de Venezuela inquieta -y con sobrada razón- a muchos, lo más perturbador es el hecho de que esta situación no sea abordada con celeridad y efectividad por quienes hoy están al frente del país.

Y queremos subrayar este asunto, porque desde nuestro punto de vista, no es tan grave el hecho de que nuestros indicadores como nación muestren cifras negativas, si lo comparamos con lo que pueden llegar a ser en el corto plazo. O peor aún, a largo término, si se insiste en la equivocada política de negarlos, de esconderlos y por tanto de no accionar para superarlos y encauzarnos positivamente.

Debemos recordar que Venezuela cerró 2017 con una caída del Producto Interno Bruto de 15%, según cálculos de la comisión especializada de la Asamblea Nacional, especializada en el tema.

La cifra fue suministrada en su momento por el diputado Rafael Guzmán, miembro de la Comisión de Finanzas del Parlamento, que se ha encargado de difundir indicadores económicos, debido a que el Banco Central de Venezuela no los publica con la regularidad esperada.

Los cálculos del Fondo Monetario Internacional en su última proyección sobre la actividad económica de Venezuela, están bastante cercanos a los números de la AN. El organismo señala que el país sufrirá una caída del 15% del PIB en 2018. El año pasado -según ellos-, la caída de este indicador fue del 14%, apenas un punto porcentual de diferencia con el citado por el diputado Guzmán. Vamos a promediarlo en 14,5% como solución salomónica.

Mientras tanto, en 2016 -siempre según el FMI- el descenso fue del 16,5%. En total, la actividad económica del país se ha reducido un 45,5% en tres años, si es que se cumple la estimación para el período en curso. En el último lustro, de acuerdo a esta fuente, el país ha perdido la mitad de su Producto Interior Bruto.

A esto se une una inflación que ya superó las cinco cifras anualizadas y que, para esta misma entidad, se debe a "profundos déficits fiscales y la pérdida de confianza en la moneda nacional". En otras palabras, los elementos para una tormenta perfecta están todos servidos.

De manera paralela, y como lo hemos comentado en semanas anteriores en este mismo espacio, la producción y venta de petróleo también sigue descendiendo. Y no estamos descubriendo el agua tibia ni diciendo ninguna novedad.

De acuerdo con la información suministrada por las autoridades venezolanas a la OPEP y citada por el Diario Las Américas, en febrero de este año el país produjo 37% menos petróleo respecto a febrero de 2016.

Según el experto petrolero José Toro Hardy, con la producción disminuida, el impacto del incremento de los precios petroleros en el ingreso por exportaciones de hidrocarburos es definitivamente pequeño.

Tras esto se encuentra sin duda el terrible ciclo perverso de la economía venezolana, el cual no es otro que malgastar la bonanza petrolera, para que los tiempos adversos nos sorprendan siempre, una y otra vez, sin ahorros.

Sim embargo, en esta nueva reedición del eterno error nacional hay un agravante: de Petróleos de Venezuela fueron expulsados miles de trabajadores calificados. Los sustituyeron por personal sin conocimiento del área petrolera, pero incondicionales a una parcialidad política. Esta decisión errada significó el sepelio de la PDVSA productiva. Todo ello explica el escenario en el cual se encuentra estancada hoy nuestra patria.

Pintamos todo este panorama de causas y consecuencias para llegar a una conclusión: la recuperación de Venezuela costará dinero, mucho dinero. Un dinero que no tenemos, que cada vez producimos en menor cantidad. Un dinero que tendrá que venir de fuentes externas, de financiamiento.

Un dinero que costará cada vez más, porque lo que se llama el riesgo-país es cada vez mayor. Estamos hablando de todo riesgo inherente a operaciones transnacionales y, en particular, a los financiamientos de un país a otro. Sin entrar en detalles, tenemos el más alto del mundo, el único con cuatro cifras.

Cada vez necesitaremos más, cada vez produciremos menos, cada vez será más costoso en términos de confianza e intereses el abordar esas ayudas ineludibles. Estamos hablando, por supuesto, en caso de seguir por este sendero que ya ha demostrado desde hacer rato estar equivocado, por ser inviable y por atentar contra la más elemental calidad de vida de los venezolanos.

¿Hay solución? Sí. Como expresara el economista Jesús Casique en su cuenta Twitter: “La hiperinflación durará el tiempo que el Gobierno decida cambiar el modelo económico”. La solución es extremadamente sencilla: es tomar una decisión. Es dar un golpe de timón y cambiar de rumbo. Pero para ello, se necesita la voluntad de quienes tiene en sus manos la posibilidad de tomar dicha decisión. ¿La hay? ¿Y los cambios para cuándo?

David Uzcátegui
Twitter: @DavidUzcategui
Instagram: @DUzcategui

 
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