David Uzcátegui
@DavidUzcategui
El recién anunciado canje de
bonos de Petróleos de Venezuela, no hace sino confirmar un secreto a voces que
los especialistas han detallado y documentado: las cuentas de la petrolera
nacional no están en su mejor momento.
Y es justamente la misma empresa la
que lo corrobora ahora, con esta “corrida de arruga” de una de sus
obligaciones.
Para explicarlo de manera
sencilla, Pdvsa emite bonos que son vendidos en mercados internacionales con el
fin de recaudar recursos para optimizar su desempeño. Suponiendo que –como
debería ser- este desempeño óptimo deje los números en azul, obviamente a los
inversionistas les es devuelto el monto de su inversión más una ganancia en un
lapso determinado.
Sin embargo, la compañía emisora
ahora está proponiendo a los tenedores de estos papeles postergar la fecha de
vencimiento de 2017 a 2020, a cambio de otorgar un beneficio aún mayor: 8,25 %
en lugar de 5,5 %. El gobierno ha hecho la salvedad de que el canje es
voluntario; pero la noticia ha sido recibida con frialdad por los mercados,
según reportan especialistas.
Para quien no haya elegido la
negación como alternativa ante la situación del país, no es difícil suponer por
qué sucede esto. Las cuentas del ente petrolero, así como las de la
administración pública nacional, no están bien. Y los venezolanos lo sabemos.
Sería largo y complejo abordar a fondo los motivos de este sobresalto; pero en
líneas generales, es la consecuencia de administrar desatinadamente los
recursos.
En todo caso, lo interesante
–visto desde afuera- es que esta situación enciende las alertas ante el
verdadero estado de la petrolera. La nación, una vez más, ha cometido el error
de poner todos los huevos en la misma canasta. Error que fuera advertido
décadas atrás por venezolanos visionarios como Arturo Uslar Pietri y Juan Pablo
Pérez Alfonzo.
Nuestros actuales administradores
han colocado la confiabilidad de los pagos por encima del bienestar de la
gente, una decisión criticada en sus propias filas. Una encrucijada que no
debería existir. Un buen gobierno es capaz de asegurar el bienestar de su
pueblo y cumplir sus obligaciones financieras. Es decir, no necesita pedir
taima.