domingo, 8 de noviembre de 2015

¿Por el ascensor, o por la escalera?

| |
David Uzcátegui
@DavidUzcategui

Es un viejo dicho popular ese que asegura que mientras los sueldos suben por la escalera, la inflación lo hace por el ascensor. Pero, como suele suceder con los lugares comunes, el hecho de repetirlos no los desgasta; al contrario: más bien reafirma cuánto tienen de cierto.

La realidad es que hemos visto varios aumentos de sueldo en el último año, pero todos sentimos que cada vez nuestro dinero vale menos y que dichos aumentos apenas alivian por un breve lapso y en grado muy relativo las necesidades a cubrir.

Nadie puede negar que estos aumentos decretados por el gobierno vengan cargados de las mejores intenciones; pero ya sabemos que estas son las mismas que se encuentran en el camino al infierno.

El asunto es que quienes hoy administran a Venezuela están jugando a la antieconómica, y la gente se pregunta por qué no escuchan a quienes saben de esto y les advierten que se están comiendo la flecha en sus acciones.

En primer lugar, un aumento de sueldos por decreto es por definición inflacionario, dado que se está exigiendo a empresas e instituciones que no son productivas, erogar mayores cantidades en nómina, lo cual invariablemente – en caso de la empresa privada- va a tener que ser cargado al consumidor final, aumentando los precios.

Y en el caso de la administración pública, sostenida por el petróleo y cada vez recibiendo menos dinero a través del mismo, implica meterla en un callejón sin salida.

El asunto no es ordenar que se les pague más a los trabajadores, sino ver qué hacemos para ser más productivos.

Desde esta tribuna nos hemos unido a quienes hacen reiteradamente llamados a reforzar la menguada producción nacional, entre otras razones para crear riqueza, para que la misma dinámica productiva incremente la remuneración de los trabajadores al alcanzar la prosperidad a través del trabajo.

Pero para ello se necesita un concierto de la iniciativa particular y la administración pública en conjunto. Naciones que han superado coyunturas mucho peores que las que actualmente padecen Venezuela, solamente han salido adelante con la visión y acción unificada  entre todos los miembros de sus sociedades. Si no remamos todos en la misma dirección, nos hundimos.

Y otro punto muy importante: el gobierno debe enfocar acciones en el fortalecimiento y defensa del valor de nuestro signo monetario. Si conseguimos una moneda que se mantenga robusta y estable ante los vaivenes de la economía, podremos dejar en el pasado los reiterados aumentos de sueldo, los cuales no hacen sino confirmar que el dinero vale cada vez menos.

Otro factor de distorsión es el desconocimiento del verdadero monto de la inflación en nuestro país. Desde diciembre del año pasado, el Banco Central de Venezuela no publica las cifras oficiales a pesar de las numerosas y reiteradas exigencias de quienes están involucrados en el campo de la economía nacional y necesitan saberla para presupuestarse.

En una alocución televisada, el primer mandatario nacional aseguró que la inflación de este año rondaría el 80%, según le habían comentado. Y aseguró que los aumentos de salario de 2015, superaban el 130%, incluyendo las mejoras hechas a través de los cesta-tickets.

Sin embargo, otros actores económicos aseguran que el incremento de los precios para este año superará el 200%, con lo cual más bien queda un remanente negativo superior al 70% en contra de los trabajadores venezolanos. He allí la respuesta de por qué “el dinero no alcanza para nada”.

¿Cómo explicar de manera gráfica lo que sucede? Pues echando mano de la frase que afirma que los precios suben por el ascensor mientras los sueldos lo hacen por la escalera. Después de revisar este escenario de las remuneraciones venezolanas versus la inflación, no hay otra manera mejor de dibujarlo con palabras.

¿Cómo fortalecer nuestro signo monetario? Con trabajo y con confianza. Con productividad, con la producción de bienes y servicios que generen riqueza, paz y prosperidad. Con la diversificación de nuestra industria nacional y con la apuesta a que sea exitosa.

El fortalecimiento de la moneda – y por consecuencia de la economía- no pueden ser temas tabú. De ello depende el sustento de la gente y la satanización del tema, o su manejo a través de dogmas ideológicos termina impactando en las despensas de las familias.

Y también es necesario, para lograr sanear la vapuleada economía venezolana, implementar  cambios de fondo en los discursos tanto como en los hechos. Solamente con concordia, con paz y con conciliación un país puede ser productivo y por ende, próspero.


Cuando contemos con una economía en orden y con una moneda sólida, se acabarán todas las penurias al respecto que hoy padecemos.

 
Twitter Facebook Dribbble Tumblr Last FM Flickr Behance