La noche del pasado martes 4 de
febrero, ocurrió uno de los eventos más importantes que los estadounidenses
esperan cada año. Un evento seguido por el mundo entero: el presidente de ese
país pronunció el llamado Discurso del Estado de la Unión.
Dicho discurso es un evento anual
que consiste en un informe que da el presidente de los Estados Unidos al
Congreso sobre el estado del país.
Esta alocución es también usada
para que el mandatario presente sus propuestas legislativas de cara al nuevo
año; ya que siempre ha sido presentado en enero y hasta ahora solamente en
siete ocasiones se había dado en febrero, como fue el caso del actual.
Históricamente hablando, fue
modelado a semejanza del discurso del trono durante la ceremonia de apertura
del parlamento en el Reino Unido. Dicho reporte está establecido por la
Constitución, aunque en su letra textual no requiere que sea presentado
anualmente: “El presidente de tiempo a tiempo dará al Congreso información del
estado de la Unión y recomendará para su consideración medidas que juzgue
necesarias y convenientes”, según lo establece el Artículo II, Sección 3 de la
carta magna estadounidense.
El discurso del estado de la
Unión, pronunciado y televisado la noche del martes, estuvo marcado por
características muy definidas. De hecho, el portal de noticias de la
internacionalmente reconocida cadena CNN tituló: “Un discurso del estado de la
Unión de Trump lleno de teatralidad dispara la indignación partidista”, con lo
cual también se deja muy claro que los dos bandos en pugna en la campaña
electoral estadounidense –demócratas y republicanos– interpretaron según sus
particulares subjetivas los acontecimientos.
En primer lugar, el presidente
Donald Trump tomó como bandera para la ocasión los índices positivos en la economía
que ha registrado su mandato. También recalcó su trabajo para apuntalar el
liderazgo mundial de su nación.
La economía ha impulsado gran
parte del respaldo a Trump, lo cual le puede lograr la reelección.
“En solo tres cortos años, hemos
destrozado la idea del declive estadounidense y hemos rechazado la reducción
del destino de Estados Unidos. Hemos rechazado totalmente la reducción”, dijo.
Y agregó: “Estamos avanzando a un ritmo inimaginable hace poco tiempo y nunca,
nunca, retrocederemos”.
Por otra parte, y aunque no se
mencionó, la ocasión estuvo marcada por la sombra del juicio político o
“impeachment” que se le sigue en este momento, lo cual hizo obvias las
tensiones entre este jefe de Estado republicano y la señora Nancy Pelosi, quien
está a la cabeza de la cámara baja y representa al opositor partido demócrata.
Finalmente, como telón de fondo,
se pudo sentir el ambiente electoral. Este es el último discurso del estado de
la Unión que Trump pronuncia antes de las elecciones presidenciales de noviembre
de este año, en las cuales se juega su reelección. Y sucede el día después del
seguido Caucus de Iowa, considerado el inicio formal de la campaña electoral.
Esta situación quedó subrayada por la consigna “Cuatro años más”, que corearon
los republicanos presentes, en momentos iniciales del acto.
Como corolario, y de interés para
los venezolanos, la sorpresiva presencia del líder político venezolano Juan
Guaidó y la referencia a la situación de nuestro país, fueron una de las más
inesperadas sorpresas de la noche. Por cierto, se trató de uno de los escasos
momentos en los cuales aplaudieron los asistentes de los dos partidos
políticos.
Quizá la sorpresa más polémica
del evento, fue el gesto de la presidente de la Cámara de Representantes, Nancy
Pelosi, cuando rompió la copia impresa del discurso que Trump le había
entregado previamente al comienzo de su alocución.
Se trató de una acción que
demostró la polarización y la alta temperatura del asunto político en EEUU, ya
que algunos la condenaron al considerarla un irrespeto hacia el jefe de Estado;
mientras otros más la aplaudieron, al considerarla una acción de protesta ante
presuntas irregularidades cometidas por Trump.
Algunos creen que el gesto de la
alta funcionaria fue una respuesta al hecho de que Trump le dejara extendida la
mano que ella le ofreció al inicio de la ceremonia. Y esto ha sido causa de
otra polémica: ¿el presidente le hizo un desaire adrede o simplemente no se dio
cuenta? Como suele suceder en estos casos, cada quien cree lo que más conviene
a sus posiciones políticas.
Desde nuestra visión, vimos un
ejemplo del funcionamiento de las instituciones en un país democrático. Con sus
virtudes y defectos, Estados Unidos sigue ostentando una de las democracias más
admiradas del mundo y por eso, la ceremonia de rendimiento de cuentas por parte
del Ejecutivo ante el poder Legislativo, es un acto digno de aplauso.
David Uzcátegui
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