Con la cercanía de las fechas
navideñas, se vuelve a colocar en el tapete de la opinión pública uno de los
temas más álgidos y delicados entre los que han sido recurrentes en los últimos
años: la solicitud de liberación de los llamados presos políticos.
Y es que, de entrada, el término
en sí mismo genera polémica y es un factor más de enfrentamiento, entre tantos
que generan diatriba en un país agotado de tantos enfrentamientos.
Sin duda es una solicitud
difícil, lo sabemos. Pero, ¿cuál pronunciamiento público en la Venezuela que
nos tocó está libre de dificultades?
A veces es difícil meter el dedo
en la llaga, más con un tema espinoso como este. Pero también es un asunto de
profunda sensibilidad humana, que requiere nuestra atención, porque hay que resolverlo.
Es una tarea pendiente desde hace rato. Y no se trata solamente de que no pueda
esperar más. Se trata también de que estamos ante las fechas ideales para
hacerlo, según es una costumbre universal el abordar asuntos de este tipo en la
temporada del año que estamos transitando, debido a su alto significado
espiritual y a la invitación que nos hace para conectar con lo mejor de nuestra
condición humana.
Las causas por las cuales estos
venezolanos permanecen privados de libertad, son las más diversas y preferimos
no calificarlas. Sin embargo, tienen un factor en común: mientras para unos
están privados de libertad por su manera de pensar, opuesta a una parcialidad
política específica, para otros cometieron abiertamente un delito. ¿Cuál de los
dos extremos tiene la razón?
No es este el momento de separar
el grano de la paja y ponerse a discutir ese asunto en particular. Sería, como
es obvio, un debate sin fin. Primeramente, porque como ya dijimos, cada caso es
único y debería ser encauzado adecuadamente en un sistema judicial que pueda
determinar que fue lo que sucedió y actuar en consecuencia.
Pero, en segundo lugar, porque en
esta circunstancia particular todos deberían caer bajo el paraguas común del
pase de página, del borrón y cuenta nueva que significan las festividades
navideñas. Algunos de ellos ya llevan muchos años en sus lugares de reclusión y
según sus defensores, los procesos respectivos han estado llenos de escollos.
Citando a la organización Foro
Penal, al 14 de octubre de este año, se podían contabilizar más de
cuatrocientas personas que caerían bajo esta categoría de presos políticos.
Durante el año, se ha dado la
excarcelación de varios de estos venezolanos, según han ido informando diversos
organismos oficialistas y, posteriormente, confirmado medios de comunicación y
activistas de derechos humanos.
Y el asunto es que, si ha sido
posible llegar a acuerdos que permitan la libertad de un grupo de los afectados
por esta condición, con buena voluntad es posible conseguir la de muchos más.
Este es el momento del año indicado para ello.
Y más allá del valor del gesto
puntual que aliviaría el sufrimiento de varias familias venezolanas en unas
fechas especialmente sensibles, está el significado del mismo, el cual
contribuiría a bajar el recalentamiento continuo de las relaciones entre los
sectores que se adversan en nuestra sociedad.
Como bien lo sabemos, porque
todos lo hemos padecido, ya se pierde de vista el origen de este enfrentamiento
prolongado y estéril que nos mantiene a todos bajo tensión crónica, que
desgasta, que nos resta como país y que embarga lo mejor de nosotros, en un
circulo vicioso y pernicioso, que adicionalmente torpedea nuestra
productividad, al requerir de buena parte de nuestra energía.
Una acción como sería la de
liberar a los afectados, sería un punto de viraje necesario y que se
agradecería, que allanaría el camino a la convivencia, que destrancaría muchos
de los asuntos de interés nacional que se encuentran en punto muerto y que nos
abrirían a un año 2020 que pueda comenzar con una esperanza de ver mejores
tiempos en esta tierra tan convulsionada. En síntesis, sería una señal
coherente con los propósitos de buena voluntad que deberían acompañar a estos
momentos tan simbólicos para quienes profesamos la fe cristiana.
Y sin duda, esta es una causa que
concita a los más diversos matices de las posiciones políticas en el país. La
prueba es la diversidad de personalidades y ciudadanos que se han unido en las
redes sociales a solicitar una “Navidad sin presos políticos”, bajo la
respectiva etiqueta.
Es lo justo, y nos conforta que
haya tanta sensibilidad en la opinión pública sobre el tema, vista la temporada
del año que vivimos. Y es necesario, urgente, identificar puntos de encuentro,
de acuerdo colectivo para que quienes estamos empeñados en la tarea de sanar,
de juntar las piezas, de seguir adelante, podamos poner nuestro grano de arena.
Más aún cuando la causa que exponemos es justa a todas luces, desde nuestro
punto de vista.
David Uzcátegui
Twitter: @DavidUzcategui
Instagram: @DUzcategui